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Ahin disfrutaba de los besos de su padre, Daniel le besaba lentamente el cuello y ella solo cerraba los ojos disfrutando de aquellas sensaciónes. Los dos estaban en las afueras de la ciudad sentados en un parque observando la noche iluminada por las estrellas, Daniel tenía abrazada a su hija de la cintura, parecían un par de novios acaramelados, era el único lugar en donde se podían demostrar su amor sin miedo a ser juzgados. Para Daniel Ahin era una preciosidad de mujer, al príncipio era solamente sexo para el, pero poco a poco los dos comenzaron a conectar de una manera más profunda. Daniel las últimas veces que se acostaba con ella sentía esa mirada intensa de ella sobre el, no sabia que era, pero al principio le daba miedo admitir que ella se esté enamorando de él, cosa que al final comprobó en la cama. Ahin en el sexo había comenzado a ser más salvaje con el, a tener el control en el sexo, Daniel recordó la última noche que se acostaron, ella se colocó encima de el y comenzó a mover sus caderas de una manera totalmente intensa mientras lo observaba con esa mirada felina, Daniel mientras tanto había apretado y manoseado los senos de Ahin, ella gemia pero su mirada seguía fijamente en el hasta que el comenzó a vaciar todo su semen dentro de ella. Ahin lo había satisfecho totalmente y al terminar de tener sexo ella lo abrazo y comenzó a darle muchos besos de cariño, e incluso a la hora de dormir ella lo acunó entre sus senos, Daniel había disfrutado dormír entre aquel par de manjares que eran los senos de Ahin y fue una exquisitez al sentir que su hija lo abrazaba más fuerte y fue en ese punto que descubrió que Ahin estaba enamorada.
