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La bella y la bestia.

Tercer Imperio, más conocido como Third Reich, un joven de ojos azules cielo y cabellos rojo sangre, limpiaba los pasillos de su cálido hogar, pasos suaves mientras la suave melodia de la radio era el bullicio que se escuchaba por todo el local

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Tercer Imperio, más conocido como Third Reich, un joven de ojos azules cielo y cabellos rojo sangre, limpiaba los pasillos de su cálido hogar, pasos suaves mientras la suave melodia de la radio era el bullicio que se escuchaba por todo el local.

Bueno, hasta que escucho el distintivo portazo de su hermano mayor, el cual tenía cara de demente.

-¡¿Como es posible?! ¡Se niegan a romper el Tratado de Versalles! -grito cansado.

El joven aleman de piel coral se acercó el silencio, notando a su hermano agarrándose del pelo, suspiro con tristeza, era evidente lo complicado de aquella situación, más las exigencias, principalmente del Francés el cual venía a cada mes por el "pagó" a solos Morales.

Claramente, importando le el echo de su padre aver muerto, por suerte no murió de forma cruel, fue, relativamente tranquila, donde acabó enfermo por el odio de su gente.

-Venga Weimar, solo, dales tiempo, tal vez estén pensando bien las cosas, no creo que nos sigan exigiendo...mas con las cosas, nuestra gente nos necesita, debemos ser fuertes por ellos. -trato de calmar, acercándose con total calma, tomó de los hombros a su hermano masajeando con total suavidad.

-No lo entiendes...es todo un desastre, no se más que hacer, tengo miedo, que la misma gente...venga a por nosotros... -susurro, mirando al menor, tomó sus suavidad el rostro, acariciando con cariño las mejillas teñidas de rojo, mientras mostro una suave sonrisa. -Eres mi hermano menor, no me gustaría que salgas lastimado...

-No seas tan pesimistas, apenas volvieste de la reunión, venga, ayudame a preparar el almuerzo. -poso sus manos sobre las del contrario sonriendo.

El tricolor sonrió, asintiendo, para caminar juntos asta la pequeña cocina, se mudaron a aquel bosque, lejos de la sociedad, para poder no sufrir algún peligro.

Ambos hermanos solo se tenían el uno al otro, lo más preciado entre sí, estarían juntos, en las buena y en la malas.

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-¿Estas seguro de ir? ¿No es muy peligroso? ¡No sabemos cómo es ese lugar! -miro a su hermano preocupado.

-Tranquilo, solo será para ver si contigo un empréstimo, para levantar un poco la economía, no te preocupes, ¿Quieres que te traiga algo? -hablo con suavidad, mientras arreglaba al caballo de pelaje negro.

-Una Rosa...una Rosa esta bien...por favor, ten cuidado, nadie sabe que hay por esas frías tierras...

-Estaré bien, volveré en una semana, te lo prometo.

𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐦𝐚𝐥 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora