¿Eres bueno en las matemáticas? ¿Sí? ¿Entonces qué resultado da la siguiente fórmula?
Naruto+Spider-Man x (Un gran poder conlleva una gran responsabilidad +Nunca fallaré a mi palabra... y nunca te rindas. Ese es mi camino)
Fácil: UN IMPARABLE SPID...
— 5...4...3...2...1, listos o no, ¡allá voy! —exclamó un pequeño niño de cuatro años, con su cabello rubio como el sol y sus ojos azules brillantes. Dos pequeñas marcas en forma de triángulo adornaban sus sonrosadas mejillas.
El pequeño se lanzó a la búsqueda de su padre por toda la casa. Revisó cuidadosamente cada rincón, desde los cuartos hasta la cocina, incluso detrás de las cortinas, pero no lograba encontrarlo. Solo quedaba un lugar por explorar: la oficina de su padre.
Emocionado, el niño corrió hacia la puerta de la oficina. Antes de abrirla, algo llamó su atención: un cuadro colgado en la pared. En la fotografía, se veía a un hombre alto y sonriente, con el mismo color de cabello que el pequeño. Y en sus brazos, estaba el niño, ambos regalando una gran sonrisa a la cámara.
Aquella imagen llenó de alegría el corazón del pequeño, quien sonrió ampliamente al recordar ese momento compartido con su padre.
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Pero la sonrisa del pequeño Naruto se desvaneció al entrar a la oficina, que se encontraba completamente desordenada.
— ¡Papá! ¡Papá! —llamó el niño, y casi de inmediato apareció un hombre alto y rubio, de ojos azules, igual que los del pequeño. Al ver el desastre, el padre rápidamente tomó a Naruto en brazos y lo sacó de la oficina.
El hombre retiró un tablón del suelo y extrajo una caja, la abrió y soltó un suspiro de alivio al encontrar una carpeta allí. Inmediatamente, sacó su teléfono y comenzó a marcar.
— ¿Hola, Richard? Tengo un problema aquí, ¿tu hermano?... De acuerdo.
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Más tarde, padre e hijo llegaron a una casa en el barrio de Queens. Naruto estaba sentado en un sofá, a su lado había un chico de su misma edad y cabello castaño.
— Naruto, Peter, pueden venir —llamó el padre de Naruto.
Los niños se acercaron.
— Naruto, te quedarás con los Parker por un tiempo —dijo Minato, sin saber cómo despedirse de su hijo.
— Pero yo quiero ir contigo, papá —suplicó el pequeño rubio.
Minato permaneció en silencio por unos segundos, buscando las palabras adecuadas. Se acercó a su hijo y le dijo con firmeza:
— Presta atención, Naruto. No seas quisquilloso con la comida, come bien para que crezcas fuerte. Báñate todos los días, ve a la cama temprano y duerme bien. Haz amigos verdaderos en los que puedas confiar, no importa si son pocos. Estudia mucho para que en el futuro puedas ser un científico como tu padre, pero si no eres bueno para eso, no te preocupes, cada uno tiene sus propias habilidades. Sigue siempre tu corazón.
Minato se quitó un collar que llevaba colgado y se lo entregó a Naruto.
— Nunca te lo quites, ¿de acuerdo? —Naruto asintió con la cabeza, y Minato le dio un beso en la frente—. Volveré, te lo prometo.
