ISABELLA
Todo comenzó con unas capturas de pantalla filtradas. El último año de secundaria, un grupo bastante numeroso de imbéciles decidió que era divertido hacer un ranking de chicas. De la más fácil, a la más monja, según sus propias palabras.
Y tengo el puto puesto número uno.
Leí cada mensaje de esa conversación. Me llamaron rápida, fácil, puta, dijeron que soy un diez pero que soy demasiado lanzada, que no doy para algo serio, que la debo tener más usada que baño público, y que ninguno sería mi novio porque significa tener más cuernos que un vikingo arriba de un ciervo.
¿Lo mejor de todo esto? De todos los hombres de ese puto grupo, solo me acosté con uno, y fue bastante malo.
Creo que el único mensaje que realmente desearía no haber leído, el que realmente me dolió y me revolvió el estómago fue uno que decía "su novio se debe estar revolcando en la tumba".
En general nada me importa, pero él sí, con él no se pueden meter. Es algo mío, privado, son mis recuerdos y todavía es demasiado sensible para mí como para que sea un motivo de burla por un montón de idiotas a los que no les he hecho nada.
—Me voy a poner a llorar —me avisa Arianna, y es exactamente por el motivo contrario al mío.
Aunque yo no voy a llorar, antes de llorar por lo que un montón de imbéciles piensa de mí prefiero pensar en cómo hacerles pagar esta humillación pública, porque obviamente esperar que el colegio se digne a hacer algo es perder el tiempo.
Arianna está última en la lista. Etiquetada como aburrida, virgen, santa, que se cree mucho, mojigata, como para presentarla a tus padres un domingo y después engañarla con la amiga mientras duerme.
Soy la amiga. La amiga puta, fácil y sin códigos.
—Ni se te ocurra llorar, Arianna —la regaño quitando el teléfono de sus manos.
—Ni siquiera soy virgen, eso no es verdad.
Lo sé, Arianna salió un tiempito con mi hermano mellizo, él fue su primer y su único chico, creo que aún está enamorada de él aunque no es correspondida.
Sé que pasaron cosas entre ellos, pero lógicamente mi hermano es una buena persona y no se lo contó a nadie.
Así nos hicimos amigas, cuando mi hermano la ayudó a salir de una situación violenta en su familia y la trajo a vivir a casa, para posteriormente romperle el corazón y volver todo extremadamente incómodo.
Ahora Arianna vive con nosotros, y también su hermano menor, Martín.
—La virginidad no existe, Ari. —Le corro el cabello del rostro y levanto su rostro para que me mire—: Y en todo caso a ellos no les importa, solo son unos idiotas.
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Por una promesa
RomanceDos chicas, un verano y una venganza en contra de los idiotas que las dejaron en ridículo. Isabella y Arianna fueron catalogadas cómo la puta y la santa, la fácil y la mojigata, así que decidieron que si los chicos se divierten y se burlan de ellas...