RECEPTÁCULO

28 4 4
                                    


La mente humana es como un reloj de arena, con dos receptáculos de vidrio que son tan frágiles como el tiempo. Algunos relojes tienen fugas de fabricación, otros han sido vandalizados, pero algunos simplemente funcionan diferente.

Durante muchos años he intentado de todo pero nada ha funcionado, cada noche mis sueños se vuelven más y más tangibles, puedo describir la cantidad de luz, la humedad, el viento, puedo oler cada cosa, e incluso sentir dolor.
He probado todo, incluso anestesia, para tan solo tener una noche durmiendo sin soñar, o al menos sin recordarlos.

Estoy de nuevo en la cafetería aquella en la que todas las mañanas tomo una taza de café americano.

Si me lo preguntas yo tampoco sabría responder si estoy despierta.

Mientras tomaba un sorbo, noté algo extraño en mi muñeca, parecía una marca pero no era nada que pudiera explicar con lo que tengo archivado como realidad, parecía como si me hubiera lastimado con un par de esposas apretadas. Puede ser que me lo hice mientras estaba durmiendo pero no tengo nada en casa que se asemeje, y tiene mucho tiempo que no he rondado dormida.

Supongo que entonces estoy soñando todavía.

Hace algún tiempo tenía pesadillas constantes, disparates que se inventaba mi subconsciente para asustarme. Me despertaba seguido sudando del miedo.

Hasta que los disparates fueron desapareciendo, cada vez mis sueños se fueron haciendo más aburridos, y pasé de soñar con historias completamente nuevas y personajes desconocidos, a soñar con rutinas que hacía en mi día a día y personas que conocía en la vida real.

Así que aquí estoy, en uno de mis sueños en los que supuestamente me despierto y sigo mi rutina del desayuno para después ir a trabajar.

En lugar de andar caminando con un uniforme sofocante sería fabuloso estar platicando de cosas triviales con mis compañeros de universidad, aquellas épocas doradas donde todo parecía alcanzable.

Han pasado tantas cosas desde entonces que les perdí el rastro, ojalá nos volviéramos a ver, me pregunto que tanto han cambiado.

Termino mi café y me marcho hacía el cruce, espero a que el semáforo cambie y camino al otro lado de la avenida. Unas personas chocan contra mi y se me caen unos folders que venía cargando, recojo los papeles rápido.

Me levanto y limpio mi falda, sigo caminando hasta llegar al edificio donde trabajo. Paso por la puerta giratoria pero justo antes de llegar al elevador me despierto.

-Hoy será un gran día- digo mientras me estiro. Tomo una ducha y me seco. Al cambiarme noto algo extraño en mi muñeca derecha, parecen unas marcas.
- Que extraño - digo confundida. Son exactamente iguales que aquellas del sueño, y están en el mismo sitio.
Asumo que es un sueño de nuevo. Lo cual es bastante raro pues nunca había tenido un sueño tan largo. Camino del closet hacia mi buró y saco una libreta donde llevo notas de mis sueños, corro a anotar todo lo relevante, anoto el primer sueño donde fui con mi psicóloga y después pasé a comprar cosas al supermercado, el segundo, dónde tomé una taza de café, y el tercero que es en el que estoy. No tiene sentido, al comparar con los anteriores es anormal. Saco mi reloj de arena y lo pongo a contar, si cuando regrese la arena ya no está cayendo y no me ha sangrado la nariz entonces definitivamente es un sueño.

Me marché camino al trabajo mentalizandome respecto a no comer nada en todo el día, recientemente me dió una ligera anemia y es un dato que mis sueños no han podido replicar, pues jamás me ha sangrado la nariz en un sueño.

RECEPTÁCULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora