Capítulo 1

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Después de varios años la vida me ha enseñado algo. No hay una segunda oportunidad para una primera impresión, en nuestra sociedad esto es lo esencial, ¿Cómo te ven las otras personas? ¿Eres bueno? ¿Eres inteligente? o incluso ¿Eres un inadaptado?

Por esta razón la sociedad astutamente creó objetos estratégicos > para controlar la primera impresión que proyectas:

El maquillaje, los tipos de ropa y los perfumes.

Actores dando lo mejor de sí para dar un buen show y no ser despedidos por la sociedad. Justo como un circo.

Hoy, me tocaba ir al circo principal, el último año de secundaria, y mi despertador no tardó en anunciarlo, lentamente comencé a bajar un pie al piso y me deslicé bruscamente al suelo, tal vez me gustaban los primeros días, mi pasatiempo ha sido analizar cada personajes, de los principales a secundarios desde quinto de básica, cada año ingresan nuevos alumnos así que resulta interesante descifrar sus máscaras y papeles.

Después de varias vueltas decidí levantarme del suelo y prepararme.

Busqué unos jeans oscuros y una camisa a cuadros, me miré al espejo y estiré un mechón de mi pelo.

— Es un desastre — Me dije burlándome de mí misma.

Encontré un gorro viejo colgado sobre el espaldar de mi cama y me lo puse con la esperanza de tapar el dedo con un sol, en este caso, mi cabeza era el sol.

— Tu desayuno, mocosa — Dijo Brunno despeinandose el cabello.

— Iba a ir en unos segundos — respondí dándole una palmadita en el hombro.

Brunno hoy estaba impecable, tenía un traje formal negro con una corbata roja y zapatos de vestir negros, estaba endemoniadamente guapo.

A veces dudaba el echo de que éramos hermanos de los mismos padres , él tiene el pelo castaño claro y ojos azules con un tono de piel ligeramente bronceado.

Y ahí estaba yo, con el pelo negro y rizado, con ojos que hacían juego y piel extrañamente pálida.

Le lancé una mirada cargada de una mezcla de confusión y envidia y tomando el plato del desayuno: tostadas y huevos revueltos cocidos a la perfección , volví a mirarlo de la misma manera.

Admiraba como lavaba los platos con agua suficiente sin dejar caer nada, además tenía rasgos delicados, cara y labios finos y nariz perfilada.

— ¡¿ Qué diablos te pasa?! — exclamó riéndose — Parece que vas a matarme.

— Eres una princesita —  respondí bajando la vista dándole un mordisco a mi tostada.

Sonrió aún lavando el plato y me miró.

— Tal vez sí lo sea, aveces no puedo con el peso de mi belleza— Dijo poniendo una mano en su cintura como toda una diva.

— Las divas no lavan platos— respondí entre risas.

— Las princesas menos.

— Entonces eres una doña—  mofé con la boca llena.

— Una doña que trabaja para un señor muy asqueroso.

— ¿¡A quién le dices asquerosa?!—

Me levanté de la mesa y llevé los platos a la cocina colocándolos en el fregadero, Brunno se quedó mirándolos aún riéndose.

— Está bien doñita — le dije poniendo una mano en su hombro—  yo me encargo de estos.

— ¡Pero si tengo el jefe más considerado del mundo!—  respondió dandome un abrazo.

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2015 ⏰

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