Capítulo 5

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Los personajes mostrados en esta historia no son de mi propiedad. Créditos a sus respectivos autores.

Voces de alegría resonaban. No era para menos, pues el Dragón Emperador Rojo había regresado de la muerte. La mujer que lo amaba, así como el resto de chicas que tenían sentimientos por él, sentían una felicidad indescriptible. Sus amigos y compañeros que también se encontraban en ese sitio no podían ocultar su alegría. Algunos no evitaron soltar traicioneras lágrimas por verlo vivo.

—Nunca pensé que volverías con vida de tu batalla contra Shalba. Eres realmente aterrador, Sekiryuutei— Jeanne, de la facción de los héroes, le dijo.

—Bien, gracias. Entonces, ¿ahora qué? ¿Ella nos va a atacar?

Cuando Issei la provocó, Jeanne sostuvo algo que se parecía a una pistola y una pequeña botella. Una aguja se asomaba desde la punta de dicha pistola.

—¡Ise-kun, ten cuidado! ¡Ella puede aumentar la capacidad de su sacred gear en varios niveles! — Kiba le advirtió de inmediato del peligro.

Jeanne apuntó la aguja a su cuello.

—Usarla por segunda vez reducirá bastante mi vida, pero parece que no hay otro camino....

La situación la obligó a usar esa inyección que habían preparado con anterioridad. El inframundo apenas salía de una gran crisis, en la que gigantescos monstruos creados por Shalba Beelzebub, se encargaron de repartir el pánico por todos lados. Incluso en momentos como esos, la facción de los héroes continuaba dándoles dolores de cabeza a los demonios.

En el mundo de los humanos, cada persona realizaba sus actividades cotidianas con normalidad. Eran ajenos al delicado asunto en el que estaba implicado el inframundo.

Una exagerada multitud se reunió en el centro de la ciudad de Kioto. Cámaras y celulares en mano, eso era lo único que se podía ver en la muchedumbre. Absolutamente todos barbullaban, haciendo imposible saber lo que cada uno de ellos externaba con la boca. Sin embargo, el gran espectáculo que los tenía de esa manera se debía a la persona que, por increíble que pareciera, flotaba en el aire. La figura de dicha persona estaba cubierta con ropa oscura.

Reporteros y medios de comunicación no tardaron en llegar al lugar. Ninguno permitiría que se les escapara un evento tan impresionante, aunque lo que menos imaginaron es que transmitirían su propia muerte en vivo.

El viento comenzó a soplar frío y los rayos del sol se ocultaban tras densas nubes negras que se formaban rápidamente. Algo siniestro se cernía sobre el pacífico mundo humano. Un escalofrío recorrió los huesos de aquellos que se aventuraron a salir a las grandes calles de Kioto.

De repente, el aire se volvió pesado y viciado, dificultando la respiración de aquellos que intentaban descubrir la identidad de su futuro verdugo.

Y entonces, con una voz gutural y lúgubre, la deidad anunció su llegada.

—¡De ahora en adelante, aniquilaré a los humanos en nombre de la justicia!

—¡De ahora en adelante, aniquilaré a los humanos en nombre de la justicia!

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2023 ⏰

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