epílogo

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starry eyes.

No es fácil tener una relación secreta. La vida de un integrante de la familia real no le pertenece exclusivamente, cada hecho importante en su vida, sus días mundanos y cotidianos son analizados bajo la mirada de su pueblo y el exterior.

Karina aún recuerda cuando a los ocho años decidió participar en la obra de su clase, gran parte del teatro fue acaparado por los periodistas e intrusos por su culpa. Los flashes de las cámaras causaron distracción y nerviosismo en sus compañeros, sin ignorar que al terminar fue abordada por una fila de micrófonos, móviles y lentes frente a su rostro. Al día siguiente su imagen apareció en todos los noticieros y el periódico, frustrada y avergonzada por ese hecho no salió de casa en varios días. También fue la primera vez que sintió repudio por su forma de vida y no fue la última.

Siempre fue consciente de la responsabilidad con la que debía cargar debido a su nombre, amaba poder hacer uso de ello para ayudar a los demás y hacer las cosas un poco más justas para el resto, pero detestaba enormemente que su vida no tuviera ni un poco de privacidad. Durante sus épocas como estudiante no fue tratada como una persona común, e incluso parecían tenerle miedo, como si el acercarse demasiado a ella fuera un peligro del que no hay salida.

Ella lo entiende de todos modos, ¿Quién mejor que ella puede ver todos los contras que la rodean? Cientos de personas atienden sus necesidades a diario, todos los ojos del mundo están puestos sobre sus hombros y las personas que se le acercan son investigadas minuciosamente, para saber si son un peligro, para cotillear al respecto o simplemente para saber si están a la altura del personaje que interpreta a la perfección.

Con la práctica ha logrado desviar la supervisión exitosamente aun si solo es por unas cuantas horas al día. Le gusta fingir que puede pasar desapercibida como una ciudadana común con bastante éxito. A medida que pasa el tiempo logra perfeccionar su imagen y si nadie se detiene a mirar su rostro entonces cualquiera podría pensar que es una joven universitaria del montón.

Conocer a Minjeong solo aumentó aún más su necesidad de vivir contra la marea. La artista llenó de color cada una de las cosas que lucían diminutas bajo sus ojos, pronto se encontró maravillándose por cosas insustanciales solo por el mero hecho de que aquellas insignificancias le recordaban a ella. Hizo que reemplazaran las flores de su jardín por algunos claveles porque para Karina aquellas flores simbolizan el inicio de su todo, el despertar de su más grande deseo: Pertenecer el resto de su vida acompañada de alguien.

Recuerda la noche de su confesión, un estado en el que se encontraba entre la espada y la pared, su alma luchando con una gran contradicción. Desde muy joven que tenía planeado estudiar fuera y aprender sobre algunos gajes del oficio, pero en la actualidad lo que menos deseaba era tener que distanciarse de la razón de sus recientes sonrisas y noches en vela. Si había algo en común entre la princesa y la artista aparte de los pétalos coloridos, eran, sin duda, los destellos en el espacio.

Cuando Minjeong no podía abandonar sus estudios o la agenda de Karina era demasiado sofocante como para escaparse cinco minutos, lo único que podían hacer era escabullirse en la noche silenciosa, donde los únicos testigos eran la luna y las estrellas. El satélite solía iluminar el espacio para ellas durante sus charlas donde el querer saber más de la otra se volvía una adicción imposible de controlar. En otras ocasiones se limitaban a disfrutar del silencio cómodo admirando lo que el océano estrellado tenía para ofrecer. Muchas veces Karina sintió recelo de la luna cuando Minjeong no hacía otra cosa más que mirar distraídamente el astro resplandeciente; sin esperarlo en el futuro se convirtió en su medio de comunicación.

Muchas veces se sintió sola en aquel país tan lejano y el anhelo se hizo una costumbre de la que no se podía deshacer, necesitar a alguien nunca fue tan desesperante como en ese momento. El deseo de verla le demostró la realidad, una en la que la palabra "querer" ya no le hacía justicia a sus sentimientos. Cuando finalmente la tuvo frente a ella afirmó todas sus reflexiones pasadas, ya nada más puede interponerse entre las dos, ni siquiera la corona y el deber.

CARNATIONS ๑ WINRINA OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora