1) Trapped

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—Las estrellas son más hermosas cuando puedes verlas tu mismo.

Fueron las palabras de una joven que junto a su pareja, estaban sentados en la arena de una playa alejada de la civilización, iluminados por la luz de la luna y las estrellas. Ambos se besan alegremente antes de que ella recargara su cabeza sobre el hombro de su marido.

—Tu eres la más hermosa de las estrellas, Dara. —Aquel joven hombre gira su cabeza para poder verla a los ojos.

Ambos se miran por un rato antes de reír un poco y juntar sus frentes, cerrando los ojos y sincronizando sus respiraciones.

—Te amo Elías. —Dijo Dara antes de suspirar.

—Yo te amo más. —Responde besando su frente.

Ambos volvieron a contemplar las estrellas, acostándose en la arena. Sin embargo, Elías notó algo inusual. Una gran estrella color lila, que destacaba bastante entre las demás, incluso parecía que poco a poco aumentaba de tamaño.

—¿Ves eso? —Preguntó Elías intrigado.

—¿Qué cosa, amor?

—Una estrella moradita. Se va haciendo más grande.

—Creo que si bebiste mucho, lindo. Yo no veo nada.—Respondió levantándose para sentarse sobre su marido, posándose sobre él y tomando sus manos—. Volvamos a la tienda, amor.

Mientras se agachaba para besarlo, Elías sólo pudo ver una deslumbrante luz lila venir desde atrás de su esposa, cegándolo momentáneamente. Cuando finalmente recupera su visión, el sitio que lo rodeaba era completamente distinto. Un gran coliseo de completo blanco, donde junto a él había una pequeña niña de piel morena clara, con unos ojos color lila quien era muy parecida a Dara, podrías hasta pensar que es su hija.

—¿Dara? —Preguntó Elías de pie sin haberse dado cuenta de su entorno, dando un pequeño paso atrás al haber sido sorprendido por la extraña versión de Dara frente a él.

—Y el nuevo guardián de Lintang será... ¡Elías Alvarado! —Exclamó una extraña figura grisácea pálida de gran estatura y cuerpo muy delgado, lo delgado que era con su gran cabeza ovalada de ojos negros recordaba un poco a un insecto.

—¡¿Un humano?! —Gritó un hombre con apariencia de licantropo entre las gradas de aquel coliseo.

Después de aquella exclamación, todo el público murmuraba respecto a Elías, quien al finalmente darse cuenta de su entorno empezaba a verse asustado y confundido, llegando a pensar que todo era un sueño.

—Hola. Soy Lintang. —La pequeña niña se presenta ante Elías con una sonrisa.

—Helios. Tienes que hacer algo. —Un par de hombres con túnicas y capuchas cuyas pieles emitían una tenue luz verde se acercan al delgado ser humanoide.

—Esa especie es muy peligrosa, no han traído más que guerra y desgracia. —El segundo hombre miró de forma despectiva al joven.

—Calma. No es nada que se salga de nuestras manos. —Responde Helios apaciguándolos.

—Oye, humano, ¿te puedo ofrecer... —Un ser hecho de rocas toma a Elías del hombro hablándole amistosamente.

Elías se asusta por aquel inesperado tacto y lo empuja, arrojándolo a las gradas con tanta fuerza que destruye parte de la estructura por el impacto. La gente reaccionó asustada por esto, provocando que los murmullos se volvieran gritos desesperados por hacer algo respecto al humano quien podría ser peligroso. Aquel joven sentía todas las miradas clavarse sobre el como cuchillas, todos lo miraban con algún grado de desprecio y miedo excepto la pequeña Lintang.

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