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CAPÍTULO CINCO
ATRAPADA

CAPÍTULO CINCOATRAPADA

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DESPUÉS DE ACOMPAÑAR A ASTRID HASTA la ventana de su habitación, el azabache se retiró para permitirle cambiarse de ropa y prepararse para dormir. Sin embargo, unos golpes en la puerta interrumpieron sus planes.

—¿Astrid? —se escuchó un susurro con acento italiano al otro lado de la puerta.

Era Niccolo Rossi. ¿Qué hacía él en las habitaciones de las chicas?

La monarca no tenía la intención de abrirle. Si descubría que acababa de regresar de un concierto, probablemente se lo contaría a August, quien se lo diría a Annika, y esta se lo contaría a Erik, y así sus padres terminarían regañándola.

Además, ¿no debería haber un guardaespaldas en la puerta?

—Astrid, te vi entrar por tu ventana —le dijo el italiano, tratando de persuadirla para que saliera de su habitación.

Mierda.

Astrid no tuvo más opción que acercarse a la puerta, abrirla y hacer entrar al italiano a su habitación para evitar que otras chicas los vieran y los reportaran por 'encuentros inapropiados'.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó la rubia.

—Te vi llegar con un bambino y entrar por la ventana —explicó mientras se daba la vuelta e inspeccionaba la habitación.

Su habitación era como cualquier otra individual en la sección de chicas del instituto: paredes con papel tapiz rosa, una cama individual pegada a la pared izquierda junto a la ventana, un escritorio pegado a la pared derecha frente a la cama, y un pequeño armario al pie de la cama.

—¿Qué hacías tú afuera? —contraatacó.

—Estaba fumando —respondió sin más, mientras tomaba una pequeña figura de un gato con una corona dorada que Erik le había regalado.

—¿Fumas? —preguntó la chica con sorpresa, arrebatándole la figura con cuidado y colocándola de nuevo en el escritorio—. ¿August lo sabe?

—Sí. ¿Y Annika sabe que te escapaste a mitad de la noche con un chico? —preguntó mientras se apoyaba en el escritorio con los brazos cruzados.

La rubia lo miró directamente a los ojos, como si su mirada expresara sus verdaderas intenciones detrás de la visita.

Y sí, Niccolo tenía un motivo específico: descubrir quién era el chico que había acompañado a Astrid hasta su ventana y si era estudiante del instituto. Si Niccolo lograba averiguarlo, ese chico no se libraría de recibir una paliza por parte del italiano por incitar a la rubia a hacer cosas indebidas.

Astrid no sabía qué responder a esa pregunta, y Niccolo interpretó su silencio como un rotundo y evidente "no".

—No diré nada, si me dices dónde estabas y con quién —suspiró mientras bajaba las manos y se aferraba al escritorio. Astrid apartó la mirada del chico.

La monarca consideró la propuesta del castaño. Por un lado, no quería que Annika se enterara, pero sabía que si le decía la verdad, podría existir la posibilidad de que August se enterara y las consecuencias serían graves, no solo para ella, sino también para los hermanos Smith y la joven Fiore.

—Júrame que no se lo dirás ni a Annika ni a August —le pidió la rubia, mirando directamente a los ojos de Niccolo—. Niccolo, júramelo.

Niccolo sostuvo la mirada de Astrid durante unos segundos, evaluando la seriedad de su pedido. Finalmente, suspiró y asintió.

—Está bien, te lo juro. No le diré nada a Annika ni a August —respondió el italiano con determinación.

Astrid pudo sentir un ligero alivio al escuchar esas palabras. Sabía que podía confiar en Niccolo y que él cumpliría su palabra. Sin embargo, todavía le preocupaba la curiosidad del chico y sus intenciones detrás de su visita inesperada.

—Fui... con Abigail y Alessia a un concierto —confesó a medias la monarca.

Niccolo frunció el ceño ante la mención de las dos chicas, pero eso era lo que menos le importaba en ese momento. Necesitaba saber quién era el chico que había acompañado a su, tal vez, futura esposa.

—¿Y el chico? —preguntó, tratando de ocultar sus celos.

Astrid se paralizó en su lugar. No podía decir que había sido el hermano de Abigail. Decir que era un chico que conoció fuera del instituto no era creíble, así que tenía que idear algo para contestar esa pregunta.

—Oh, es... un amigo de Abigail —admitió tratando de no revelar demasiados detalles—. De hecho, el concierto al que fuimos era de él y su banda.

Niccolo aferró sus manos al escritorio, evidentemente frustrado por la respuesta evasiva de Astrid.

—Y, ¿cómo se llama el chico? —preguntó el italiano, con una ceja levantada.

—Luke.

Sabía que debía hablar con Reggie, Abigail o Alessia, especialmente con las chicas, acerca de la mentira que acababa de contarle a su mejor amigo de la infancia. Si Niccolo les preguntaba a cualquiera de ellas, debía haber coherencia en las respuestas, de lo contrario, quedaría atrapada en su propia mentira.

La respuesta hizo dudar un poco a Niccolo. Pero sabía que la rubia venía cansada de su aventura, por cómo sus ojos querían cerrarse y las pequeñas ojeras que se comenzaban a formar debajo de ellos.

—Está bien, te creeré —el chico Rossi se acercó a la monarca hasta quedar cara a cara—. Pero la próxima vez que lo hagas, avísame, ¿sí? Sabes que sería incapaz de delatarte.

Y era medio cierto. Cuando ambos eran más jóvenes, solían hacer travesuras por la casa de la monarca y cuando los atrapaban en medio de la travesura, el italiano se culpaba a sí mismo para evitar que reñaran a su amiga. Pero habían pasado 3 años desde que dejaron de verse, ¿

todavía podía confiar en él? ¿O August le había lavado el cerebro y se había vuelto igual que todos sus amigos?

—Lo sé —asintió con la cabeza, pero por dentro tenía muchas dudas.

Niccolo decidió cerrar el espacio que quedaba entre ellos con un abrazo, que no duró mucho. El italiano se obligó a sí mismo a separarse, sabiendo que necesitaba dejar descansar a su amiga.

—Buenas noches, Astrid —dijo, antes de dirigirse a la puerta de la habitación de la monarca.

—Buenas noches, Niccolo —le dijo, mientras veía cómo el castaño salía con cuidado de su habitación.

En cuanto el chico cerró la puerta, Astrid aprovechó para dejarse caer en su cama, ya sin importarle si dormía con la ropa que llevaba esa noche.

Capítulo de relleno

𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | ʸᵒᵘⁿᵍ ʳᵒʸᵃˡˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora