•Capitulo 15•

39 13 0
                                    

Elena

Pierce hizo chocolate caliente y está muy sabroso, la verdad no ¿entiendo por qué hace esto?. Recuerdo que el otro día se fue de manera extraña y no me ha escrito desde entonces. No supe nada de él hasta hoy, lo de la sorpresa me tiene confundida.

—Oye Pierce, ¿cómo sigues de los golpes? —le pregunto mientras tomo un sorbo de la tacita de chocolate caliente.

—Mejor, no fueron golpes demasiado duros porque las marcas no se notan mucho —me dice.

—Bueno, eso está bien. ¿Fuiste al instituto ayer?— le pregunté.

—Sí, fui, pero ya tú te habías ido —me dice.

Mi chico de ojos verdes estaba buscándome, ahhh.

—¿Me estabas buscando? —le pregunté curiosa.

—Bueno, sí, pero Marcos me dijo que ya te habías ido con tu hermana —me dice.

Ahhhhhhhhh

Después de hablar, terminamos de tomar el chocolate caliente y nos fuimos. Pierce me dejó recoger algunos tulipanes para mí mamá y decidí hacer un florero y también sembrar algunas.

Nos fuimos en la moto y esta vez no íbamos a toda velocidad. Me dejó en el restaurante de Don Ernesto.

—Nos vemos luego, Manzanita —me dice.

—Nos vemos luego, Pierce —me despido de él y luego se va.

Entro en el restaurante y veo a Don Ernesto.

—Don Ernesto — lo saludo.

—Mi niña, pensaba que te habías olvidado de este pobre viejo —me dice.

—Para nada, don Ernesto. Usted es parte de mi familia, ¿cómo podría olvidarlo? Lo que pasa es que he estado ocupada con lo de la nueva casa y también me inscribieron en un instituto muy prestigioso —le digo.

—Ay, mi niña, qué bueno, te mereces lo mejor.—me dice mientras me abraza. Acepto su abrazo y luego nos sentamos en una de las mesas para hablar. Le cuento que tengo una hermana llamada Verónica y también una vecina que es como mi amiga y se llama Cristina.

—Me alegro mucho por ti, mi niña, que te vaya muy bien y que estudies mucho.— me dice.

—Pues claro, tengo que esforzarme mucho en mis estudios—le digo.

Después de hablar un buen rato, me fui muy contenta porque don Ernesto me dijo que podía venir cuando quisiera, siempre y cuando no estuviera ocupado. Voy saliendo del restaurante y cruzo la calle para ir al centro y llamar a un taxi.

Llegando a la plaza, veo a muchas personas corriendo y haciendo ejercicio. En ese momento, veo un balón que viene hacia mí, no sé qué hacer y me asusto. Luego, siento un golpe, me golpeé fuertemente y caigo al suelo, desmayándome por un momento.

No te mueras, Elita.

—Muchacha... Muchacha, despierta —escucho a lo lejos como si alguien me estuviera hablando—despierta por favor.

Siento un fuerte olor a alcohol en mis fosas nasales y me despierto.

—¿Qué me pasó? —digo con un dolor de cabeza.

¡Despertó! Logro escuchar a las personas que están a mi alrededor, veo todo borroso y trato de levantarme, pero vuelvo a caer al suelo.

Las personas que están a mi alrededor se marchan y no me siento bien.

—Tranquila, tranquila, no te levantes, seguro quien te lanzó ese balón no te vio, pero fue un golpe muy fuerte —dice alguien, parece que no reconozco esa voz—¿Cómo te llamas?.

•Un amor incondicional• [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora