CAPÍTULO XXIV

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Cameron tenía un sentido del humor que la hacía sentir más cómoda en su nuevo hogar, a pesar de no tener tantos lujos como su antigua casa, el castillo de Gregori era mucho más grande y antiguo, todo era viejo dándole un ambiente más rústico pero cómodo, se volvió a preguntar como lo estuvo haciendo desde el inicio del recorrido si podría ser feliz en las highlands.

- Creo que debo ir acompañada hasta que no pueda perderme- dijo Sophi a Cameron que la miró burlón, ambos estaban en una de las plantas más altas ya que había notado que la nueva señora del castillo estaba demasiado ansiosa por conocer las highlands y al menos desde esa altura podía ver más allá de los muros del castillo, desde ese punto vio a sus compañeros que continuaban con el entrenamiento, solo esperaba que su ausencia no lo llevará a tener un castigo peor del que ya se estaba imaginando. Podría regresar pero él era un caballero al fin de cuentas y no podría dejar sola a Sophi cuando no tenía a alguien con quien hablar, y él, estaba dispuesto a ofrecerle su compañía.

-Espero no ser el desdichado de acompañarte siempre- se burló, ella se giro mirándolo con enojo, tenía las mejillas rojas y le pareció doblemente hermosa, ahora entendía más que nada porque su señor la quería, ya que no llevaba la belleza solamente por fuera y eso le gustaba.

- No pedí tú compañía- dijo con dureza. Cameron sonrió al fin mostrándole a Sophi que estaba burlándose de ella, lo cual la confundió, y más cuando el estiro el brazo para poder acariciar una de sus mejillas.

- Lo sé, pero no debéis preocuparos, estaré a su lado siempre que me necesite- murmuró dedicándole una mirada llena de ternura y devoción. Sophi estaba estaba desconcertada por cómo se comportaba Cameron con ella pues por momentos era amable y luego se burlaba de ella, pero ya aprendería a vivir con eso; y claro, estaba demasiado agradecida porque él era su único amigo en ese desconocido lugar y prefería tenerlo cerca hasta poder tener la confianza de caminar por esos pasillos enormes sin asustarse, también, por no saber cómo manejar la situación que seguía preocupándola y molestándola, y ella dudaba que fuera prontos pero era inteligente y encontraría la forma de adaptarse a todo.

- Yo te ...- empezó a decir Sophi la cual guardó silencio cuando escuchó un sonido de furia y descontento que retumbó entre las enormes y desconocidas paredes del castillo.

*********

Al saber que su esposa se encontraba con Cameron le molesto, no le gustaba el hecho de saber que estaba cómoda en compañía de otro hombre cuando a él ni siquiera le hablaba y parecía que no quería tenerlo cerca. Decidió que tener esos sentimientos era una pérdida de tiempo y una muestra de debilidad, quería convencerse decidiendo continuar con el entrenamiento y olvidarse de ese sentimiento extraño que no quería abandonarlo; además, confiaba en Cameron, era un buen amigo y Sophi era su mujer, nadie que apreciara su vida pensaría en acercarse a ella con segundas intensiones.

Conforme con esa decisión continuo con su entrenamiento hasta que los vio a lo lejos en una de las ventanas de los pisos más altos que lo hizo olvidar su decisión, la cual confirmó al dar un gruñido de furia que detuvo el tiempo a su alrededor hasta que desapareció del campo de práctica.

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Gregori había subido hasta donde estaban ellos como un torbellino lleno de ira, se detuvo viendo a su mujer sonriendo y mirándolo con unos ojos resplandecientes, y a Cameron que tenía esa mirada cuando decidía algo y Gregori no iba a permitir que su cometido se lograra.

Ambos lo miraron sin separarse siquiera como si no estuvieran haciendo nada malo, agradecía que Lizzy hubiera interrumpido la práctica para darle aviso; Gregori se acercó a ellos con paso determinante.

- Déjame con mi esposa- dijo con rudeza mirando a Cameron el cual se encogió de hombros para luego mirar a Sophi.

- Señora...- se despidió con una inclinación acompañado con un giño provocando otro gruñido por parte de su señor, Cameron apreciaba su vida al punto que se fue antes de que intentara matarlo, aun que claro, lo que le preocupaba en ese momento es que no lo hiciera daño a Sophi, y no principalmente sobre algo físico, como su vida.

Sophi intentó mantenerse serena una vez que quedaron solos, sonrió a Cameron cuando se despidió de ella escuchando el disgusto de su esposo, seguro era porque no quería que le hablara a uno de sus hombres, si fuera por él estaría encerrada en una mazmorra sin ningún contacto con nadie, sólo Lizzy que iría a darle de comer para atormentarla, pensó Sophi con amargura.
Los segundos le parecieron eternos, Gregori solo la observaba con furia y ella no iba a dejarse vencer por la mirada de El Demonio.

- ¿Hay algún encargo que debo hacer?- quiso saber rompiendo al fin el silencio.

- ¿Qué hacías con Cameron?- preguntó Gregori sin molestarse en responder a su pregunta, su esposa lo miro por un instante desconcertada antes de recuperar rápidamente la compostura.

- Me mostraba el castillo- le informó sin darle importancia.

- No es correcto que la esposa del señor del castillo se pasee por ahí con otro hombre-

-¿Qué quieres decir?- dijo apretados los dientes- ¿Qué pretendes?- hizo otra pregunta, Gregori dio un paso a ella apretando los puños.

- Si necesitas compañía para eso están las otras mujeres, incluso te he traído compañía desde Inglaterra, no tienes que refugiarte en la compañía de otro hombre que no sea tú esposo- le hizo saber con dureza, pero Sophi se sentía igual de furiosa, pretender que Lizzy era una buena compañía rompía su estado de serenidad ante él, y más que la hiciera ver como una mujerzuela, y todo al mismo tiempo.

- No he estado más de un día en tú castillo, no creo que Lizzy sepa mejor que yo todo a lo que se refiere este lugar, y a estar con ella prefiero perderme en los pasillos del castillo y morir de hambre- dijo furiosa.

- Tú no...- empezó a decir antes de que su esposa lo interrumpiera.

- Y para que lo sepas, Cameron es un caballero, es insultante que dudes de él, pero lo peor es que me hables como si fuera una mujer fácil que acepta irse con cualquier hombre, así que escúchame, eres mi esposo y eso no cambiara pero eso no significa que puedes insultarme de esa forma, no sé qué clase de mujeres frecuentabas antes pero yo no soy de esas, así que no te confundas conmigo faltandome al respeto- y con esas palabras Sophi se alejó de él antes de que Gregori empezará a hablar o la detuviera; él no hizo ninguna de las dos, solo se quedo viendo el lugar donde segundos antes había estado ella gritándole con un rostro lleno de ira y con lágrimas en los ojos.

**************

No supo como logró llegar hasta la planta baja, no había sido fácil, lo aceptaba, pero luego de encontrarse con algunas de las mujeres del castillo que le iban indicando como llegar a la cocina se sintió orgullosa al ver nuevamente todo ese desastre que Rose dirigía.

-Niña, que bueno que estás aquí, ayudame con esto- dijo Rose apenas la vio, Sophi supo que se refería a que la ayudará con la cena, nunca había cocinado más que la patata cuando estaba de camino a su nuevo hogar, pero al recordar que le había preparado una a Gregori decidió olvidar ese episodio antes de que se enojara o peor, que quisiera ponerse a llorar nuevamente.

Aceptando el reto decidió que no demostraría ignorancia... no hasta que alguna de las cocineras se diera cuenta que era tan hábil para usar el cuchillo como un hombre intentando usar faldas.... Un hombre que no viviera en las hihglands estaba claro.
Tomando el cuchillo con decisión se acercó a las cebollas enormes que la esperaban entre el ruido, los olores y el vapor sobre la mesa...

Era un completo desastre, había cortado mal las cebollas entre pedazos enormes o demasiado pequeños, ninguna le dijo nada, quizá por lastima, solo Rose tuvo la paciencia de acercarse y mostrarle cómo hacerlo, y claro que mejoró, los pedazos se veían más uniformes entre más cortaba.

Al final terminó con las manos adoloridas y apestosas, con el cuerpo sudado por el calor de la cocina, y lo peor, con los ojos llorosos; pero de igual forma estaba orgullosa por su hazaña aún con esa terrible apariencia, Rose tuvo la consideración de llevarla a un pequeño cuarto que estaba junto a la cocina para dejar que se limpiara un poco cuando la comida estaba ya completamente preparada y comenzaba a ser servirla.

Sophi aprovechó la oportunidad, se sentía más tranquila luego del encuentro con Gregori, así que salió de la cocina con la frente en alto para demostrar que no estaba afectada, pero esa sonrisa se borró cuando vio a Lizzy sentada junto a su esposo en la mesa pareciendo que estaba dispuesta a tomar ese lugar, su lugar; está pareció captar su mirada pues la miró con una sonrisa triunfal haciéndole saber que esa sería una de las peores cenas que jamás hubiese tenido.

DESTINO DE FUEGO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora