Condena.

Prólogo.

En un rincón olvidado del tiempo, donde los hilos del destino se enredan y deshacen, Ella anhela algo, por alguien, sin comprender el motivo. Desde aquel día en que la encontraron inconsciente, su vida cambió de forma insondable. No solo su cuerpo, sino también su mente y su alma.

La sensación de que todo a su alrededor carece de sentido la consume. Realiza sus acciones de manera mecánica, como si fuera un autómata. La motivación, los sueños, la ambición... todo se desvaneció. Desesperada, consultó a médicos, psicólogos y especialistas. Todos coincidieron en diagnósticos variados: ansiedad, estrés postraumático, terrores nocturnos, depresión.

¿Por qué? ¿Cómo pudo cambiar tanto? Ella, que antes era alegre, extrovertida, llena de ilusiones y metas por cumplir, ahora se siente atrapada en una telaraña de confusión. ¿Qué oscuro secreto la atormenta?

Por otro lado, Él siempre fue un hombre de orgullo y arrogancia. Su carisma natural lo convertía en el centro de atención. Amado y mimado, su personalidad se forjó en la fragua de la admiración constante. Pero esa misma adoración lo llevó por un camino tortuoso.

Un error, un único error, marcó su destino. Una alma inocente quedó atrapada en su culpa. ¿Por qué? Porque Él se enamoró de Ella. La misma alma, a lo largo de los siglos, con diferentes rostros y nombres, pero siempre la misma esencia. El amor se convirtió en una maldición, y la distancia, en su única salvación.

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Condena: es una historia de amor y redención, donde el pasado y el presente se funden en un abrazo eterno. ¿Podrán romper las cadenas que los atan o sucumbirán al destino implacable? Solo el tiempo lo dirá.