Fueron obligados a casarse. Aria y Diego se odiaban.
De hecho, ni se conocían, pero ahora se odian.
No se conocían de nada, pero fueron destinos a casarse. Un destino llamado "Nuestros padres son amigos." Ambos jóvenes no tenían planeado nada para su futuro. Ni bodas, ni esposos insoportables, ni mucho menos niños. No, definitivamente niños no.
Eran opuestos en todos los sentidos y en lo único que llegaron a coincidir luego de casarse fue que no llevarían una vida matrimonial común como lo harían otros que sí se amaban, ¿Un ejemplo? Sarah y Liam, otra parejita que fueron casados por beneficios familiares. A diferencia de nuestra pareja apreciada, ellos si se amaban, puesto que salían desde la adolescencia.
Bueno.
Con el pasar de las semanas, ambos iban conociendo pequeñas cosas uno del otro. Ella se fue enamorando poco a poco, pero él la seguía odiando. Seguían saliendo a las calles, ocultándose de los ojos de los demás, como un par de jóvenes solteros, pero todo el mundo sabía que eran casados, lo que no sabían es que no se amaban, por lo menos no un amor mutuo. El mundo, fuera de ellos, pensaba que eran un matrimonio joven y feliz. Nada más lejos de la realidad. Los padres de ambos esperaban que ya casados guardarán la compostura, pero todo se iba volviendo un desastre.
Él estaba enamorado de alguien más. Ella intentaba acercarse, pero él solo quería alejarse. La amante de él cada vez iba haciendo más presencia en su "hogar". Ella tenía que tragarse muchas cosas. Nada era lo que creían ni lo que querían. Repito, todo iba volviéndose un desastre.
Ella conoce al mejor amigo de él y se vuelve en un gran apoyo para Aria.
Aquí hubo un pequeño conflicto, por no decir ni más ni menos.
En realidad, tenemos un lío.
Este último susodicho se enamora de ella. Se enamora de para quien el mundo es, la esposa de su mejor amigo.
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Empieza a llover.
ContoFueron obligados a casarse y el odio era mutuo. Pero... no. Con el pasar de las semanas, ambos iban conociendo pequeñas cosas uno del otro. Ella se fue enamorando poco a poco, pero él la seguía odiando. Seguían saliendo a las calles, ocultándose de...