— ¡Vamos Bill! acércate a conocer a tu sobrino, mira que hermoso es.
¿Y qué de bonito iba a tener esa pequeña rata? sin pelo, sin dientes y apestoso, mi madre estaba muy mal de la cabeza si pensaba que yo llegaría a sentir afecto por ese mocoso ensucia pañales.
—Acércate Bill—dijo Ría y sonrió
Ella estaba en la cama con aspecto demacrado y el cabello revuelto, lucia más fea que de costumbre, era fastidioso todo ese ambiente "familiar" y ese olor dulzón de bebe recién nacido.
—Estoy un poco resfriado no quiero que él bebe se contagie— me excuse con lo primero que me vino a la mente.
Todos me miraron con preocupación y sonreí
—Nada serio—
Tenía que salir de allí, no soportaba la expresión de todos, sobre todo la de Tom que parecía haber encontrado la octava maravilla, si solo era un mocoso estúpido, salí al pasillo y antes de tocar si quiera la cajetilla de cigarros en mi bolsillo, mire el enorme letrero de no fumar e hice una rabieta interna. Malditos hospitales.
Cuando por fin salí de allí, el aire puro rozo mis mejillas y mire a varias personas dándole caladas a sus cigarros y pensé que entendían mi frustración; aunque en realidad estaba frustrado no por no poder fumar, sino por la estupidez de mi hermano ¿Cómo pudo arruinarse así la vida? Ya jamás se iba a deshacer de esa...mujer, de una manera u otra iban a estar ligados y yo odiaba la idea de esa y su engendro en nuestra vida.
—¿En qué piensas?
Escuche la voz de Tom y la molestia se intensifico tenía ganas de darle un par de guantazos por imbécil, pero solo respire un poco más del delicioso aire viciado con el humo de cigarro
—En el nuevo álbum
—no lo creo
-¿En qué más voy a pensar idiota?
— ¿Por qué te molesta? La gente tiene hijos soy un hombre tengo 24 años eso es normal
— ¡No! — Levante la voz francamente irritado— tú no eres un hombre, eres MI hombre—le tome de la camiseta pegandolo a mi cuerpoLos fumadores activos nos miraron y Tom sonrió con expresión de circunstancia y me tomo del brazo haciéndome daño
—Puede que la gente mal interprete tus berrinches dado que somos hermanos ¿recuerdas idiota?
—No lo soporto Tom
—Pues tendrás que soportarlo, es mi hijo
—Bueno, ya buscaremos la manera de desaparecerlos, podemos hacer que Ria viva con el mocoso en las Filipinas
— ¿De qué hablas Bill?
—lo siento pero no pienso lidiar con tu error, no eso no, él bebe tiene que irse
—Mi hijo no se va a ningún lado
— ¿Qué? Tom por favor no seas ridículo, no me dirás que quieres al mocosoTom calló como un muerto y su mirada seria me atravesaba el alma, no podía creerlo, mi Tom estaba jugando a la casita con esa mujer, lo mire extrañado y retrocedí unos pasos como si se tratara de una amenaza.
—Bill por favor
— ¿Cuándo se volvió real eh?
—Bill…
—pensé que era un error que solo habías sido muy estúpido, ¿que soy ahora? ¿La perra? ¿La amante?¿La otra?Me eche a llorar y me fui encima de él, ahora si quería matarle, estaba devastado, después de tantas cosas ahora si se veía como el final y mi mente no podía procesarlo todo, sentí que moriría pero no me iba a permitir ser tan putamente cobarde
—No es nada de lo que crees, hasta hace unos días pensé que era un error pero solo me basto mirarlo, y…
— ¿te afloro el instinto paternal? — espete sarcástico
—si quieres llamarlo así
— ¿Me dirás que lo amas? ¿Cuánto Tom? ¿Más que a mí?
—Es distinto Bill
— ¿por qué es distinto? tú no respetas los límites familiares
— ¡Basta Bill!,es un bebé, solo dale una oportunidad, veras que no es como ella, es como nosotrosSe acercó a mí y no tuve la fuerza para rechazarlo
Tiene nuestra sangre,será Nuestro hijo, nuestro— susurro a mi oído propagando el veneno que siempre me hacía volver a él—
Camine lentamente por el pasillo dejando a Tom adelantarse varios metros, ya había hecho muchas locuras por él que más daba una otra, solo esperaba que el pobre bastardito nunca nos encontrara follando, no imaginaba lo duro que sería ver a tu padre y a tu tío follando como conejos.
Cuando entre a la habitación Tom sonreía, con esa sonrisa de escándalo que siempre me ponía el vello de punta y sostenía al bebe en sus brazos, me miro a los ojos y escrudiñó mi alma haciéndome promesas secretas que solo los dos entendíamos, y lo puso delante de mí, los mismos ojos, mi nariz, el perfecto nacarado en su piel, hermoso, de ella no había rastros, era un Kaulitz.