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Hanni junto ambas manos bajo la mesa de la cafetería en dónde se encontraba Minji, con un suspiro levantó la mirada lentamente, tratando de no conectarla  con los oscuros ojos de la mujer menor

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Hanni junto ambas manos bajo la mesa de la cafetería en dónde se encontraba Minji, con un suspiro levantó la mirada lentamente, tratando de no conectarla  con los oscuros ojos de la mujer menor.

— Su nombre es Haerin — Comenzó sutilmente— Tiene 16 años.

— Lo sé —Aquella afirmación hizo que Hanni abriera sus ojos con sorpresa—

— ¿Ella te contactó? — Minji asintió— Era obvio, si no, no estarías aquí.

— ¿No le habías contado sobre mi?

Hanni abrió la boca un momento, para después volver a cerrarla.

No, Haerin no sabía exactamente quién era.

— Hae dejo de preguntar por tí cuando tenía 6 años, en ese tiempo había empezado a salir con alguien, que fue de apoyo en ser su "otra figura materna" —Hizo comillas con sus dedos— durante un tiempo, y simplemente las preguntas dejaron de llegar, supuse que lo dejaría hasta ahí. Hasta que un día casi tiró a mi ex de la escalera tratando de conseguir algo que la ayude con una muestra de ADN...Pero aún así no volvió a preguntar.

Minji hizo una mueca de disgusto, no sabía que decir exactamente, una pizca de rechazo no tardó en crecer en su corazón ante la negativa.

— ¿No pensabas contarme sobre ella?

— Te escribí, lo hice durante cinco años, pero nunca me atreví a enviarte ninguna de las cartas —Afirmo con tristeza— Quemé muchas de ellas por frustración, hasta que solo quedó una. Haerin la encontró, así cómo también encontró nuestras fotos. Pero esta vez solo la dejé, no quise regañarla por acosar a alguien nuevamente mi mucho menos, porqué sabía que encontrándote a tí, también encontraría la verdad.

"Nuestras fotos" así que aún las tenía. La pelinegra asintió lentamente, eso significaba que no era la primera vez que buscaba a su madre.

— Haerin es tu hija biologica, y siento mucho haberlo ocultado por tanto tiempo.

Con frustración, Minji llevó ambas manos a su rostro, suspirando con fuerza ante la atenta mirada de la castaña.

Ya lo sabía, carajo, claro que lo sabía, pero escuchar a la única mujer que amó afirmarlo fue peor que un balde de agua helada cayendo encima suyo.

— No sirve de nada pedir perdón ahora, y menos justificarme, pero-

— Detente.

Hanni paró de hablar inmediatamente, sintiendo como la ansiedad llenaba su cuerpo rápidamente, empezando a mover su pierna rápidamente, intentaba procesar lo que estaba pasando, el cómo había llegado hasta ese punto y aunque pensó que podía enfrentarlo, no sabía que decir.

buscando a mi otra mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora