¿Alguna vez te has parado a pensar en las diferentes historias de un lugar? ¿Has pasado cerca de un edificio y has imaginado cómo son las vidas de las personas que viven en él? ¿Se llevarán mal los unos con los otros? ¿Habrá algún vecino conflictivo? ¿Alguien se ha enamorado de su vecino o se ha creado una amistad irrompible? Convivir es un tema bastante complejo, existen peleas, momentos de risas, acontecimientos extraños y sorprendentes, experiencias emotivas y, otras, llenas de sentimientos encontrados.
Los tres edificios Manson se habían inaugurado en 1990, a las afueras de un pequeño pueblo costero de Inglaterra, Goldmouth. No eran muy altos, solo tenían dos plantas cada uno y, lo que más llamaba la atención era que sus paredes estaban pegadas de una forma que parecían que se abrazaban. El edificio Green, era de un intenso color verde y miraba hacia el edificio Brown, marrón intenso y de ventanales grandes, que se encontraba justo frente a él. El edificio Blue, por el contrario, unía ambas fachadas al encontrarse justo en medio de ambos y sus paredes azúl cielo combinaban con la inmensa fuente que yacía en la pequeña plaza bajo los portales. El lugar estaba vallado por una verja baja de color negro. Normalmente, a las personas que paseaban por el lugar les daba curiosidad y analizaban el cuidado jardín comunitario sobre los espacios de la valla. Había flores de todo tipo, desde margaritas blancas y amarillas hasta tulipanes de diferentes tonalidades.
La primera familia en mudarse al pequeño complejo, fueron los Goldberg. La jóven pareja de recién casados habían escogido aquel lugar para comenzar su historia por la tranquilidad que le transmitió desde el minuto uno, además, le hicieron una rebaja bastante interesante al ser los primeros en decidir comprar una cosa en el vecindario. Enero y mitad de febrero se volvieron una locura de cajas, muebles desperdigados por el salón y habitaciones y una inmensa ilusión de comenzar a formar una familia. Ann y John Goldberg se imaginaban a sus futuros hijos corriendo por todos los pasillos y reían con la emoción pegada en las paredes de sus estómagos. Sus primeros vecinos llegaron dos años después, en 1993.
Los Bunbury, al contrario que los Goldberg, se habían casado cinco años atrás, y ya tenían un hijo. El pequeño Todd era tan revoltoso y gritón que el tranquilo, pero solitario, silencio se vio truncado para siempre. La pareja más joven se replantearon la idea de querer tener hijos propios gracias a los continuos chillidos de su vecino contiguo, sin embargo, la gran noticia llegó en la navidad de 1994. Ann, por fín, se había quedado embarazada.
En el 2000 se vendió otro de los departamentos, Todd y Bale dejaron de ser los únicos niños del bloque Blue y, en un abrir y cerrar de ojos, tenían sobre sus techos otro matrimonio, los Gray, los cuales eran máquinas de traer niños al mundo. A los Goldberg les encantaba bajar con el pequeño Bale a la gran fuente para verlo jugar junto a Todd y Lana, quien era la mayor de los hermanos Gray, y, entre tantas risas, los dulces momentos infantiles y una bolsa de pipas, conocieron mejor a sus vecinos.
Los Bunbury eran un matrimonio de pintores bastante prestigiosos, ambos tenían un carácter tranquilo y agradable. No hablaban fuerte y de sus bocas tampoco escapaba nada vulgar. Encajaron rápidamente con Ann y John. Los Gray, por el contrario, tenían una personalidad bastante diferente. Carl, el padre de familia, era bombero y hablaba tres tonos más alto que cualquier persona, era sordo de un oído y, aunque siempre tenía el ceño fruncido, podías llamarlo si algo se rompía o necesitabas cualquier cosa. Amanda, su mujer, también hablaba casi a gritos, no tenía miedo a hablar más de la cuenta y tenía un carácter directo, sin pelos en la lengua. Odiaba tanto las injusticias que todos los días estaba enfadada con alguien. Dejando atrás su temperamento, podías contarle cualquier cosa y daba los mejores consejos del mundo. Y era una gran madre, sin duda.
En 2004, aparecieron tres propietarios más. Un padre soltero, Gale Thompson, junto a su hija de un año, Aurora. Quien se instaló en el último piso libre del bloque Blue. Justo al lado de los Gray. Un solitario matrimonio de jubilados, Ilona y Grett White, quienes inauguraron el bloque Green, y un profesor de Inglés de treinta años justo en el bloque paralelo.
En 2008, todos los departamentos, excepto el segundo derecha del bloque Brown, ya estaban llenos.
La comunidad estaba viva de una vez por todas. Por las tardes, la suave música de un violín se cernía por cada rincón de los tres edificios, nadie se quejaba, pues Olivia, la hija mediana de Carl y Amanda, era tan dulce y agradable que no querían interrumpir sus ensayos exhaustivos con sus instrumentos. Todd ya no gritaba tanto, pues al igual que el tiempo, crecía y, junto a Bale, preferían meterse en problemas de otra forma. Y, lo más importante, no había ningún conflicto.
Todos encajaban a la perfección los unos con los otros.
Los Goldberg se sintieron orgullosos de haber comprado aquel pequeño departamento.
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Historia de un vecindario ©
Random¿Alguna vez te has parado a pensar en las diferentes historias de un lugar? ¿Has pasado cerca de un edificio y has imaginado cómo son las vidas de las personas que viven en él? ¿Se llevarán mal los unos con los otros? ¿Habrá algún vecino conflictivo...