1. SITUACIÓN DEL AMOR EN LA MODERNIDAD

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"¿En qué consiste que en medio de este furor de alabanzas universales, nadie hasta ahora ha emprendido el celebrar dignamente al Amor, y que se haya olvidado de dios tan grande como éste?"

Platón. El Banquete. Eriximaco.

Hoy en día, el desinterés de la gente hacia un estudio del amor (imprescindible para la existencia de un seductor superior) se deja ver en los insultos y desprecios que merece esta idea. A saber, en frases como "el que se enamora pierde", suponiendo que amar es entregar al otro algo que no se nos va a devolver. O sino, "No quiero que más nadie me hable de amor. Ya me cansé, to' esos trucos ya me los sé", de Bad Bunny. En donde el amor consistiría en estratagemas retoricas y demagógicas destinadas a extraerle bienes al otro.

"El amor es la arrogancia de aferrarse a lo imposible", de Arjona. "El amor es casi siempre mejor cuando está en otra parte... El amor es un ingrato, que te eleva por un rato, y te desploma porque sí", también de Arjona. Visto así, el amor no sería sino ilusión, retórica, humo y vaciedad absoluta. Nada. Y sin embargo, cuando uno está enamorado: lo es Todo.

Sorprende, a mi parecer, que siendo el Amor algo tan carente de sentido, tan vacío e ilusorio supuestamente: interese tanto. Romeo y Julieta, Titanic, Morticia y Homero, Marge y Homero Simpson, etc., etc. Claro está que lidiamos aquí con una doble perspectiva de un mismo asunto. Por un lado, tendríamos la perspectiva fatalista, propia del amante desilusionado por aquello que se suele denominar un "amor no correspondido". Y por otro lado, tendríamos la perspectiva optimista, que resultaría propia del amante aún apresado en la ilusión del enamoramiento.

a) FATALISTA: Incapaz de soportar la continuidad de rechazos y traiciones, el fatalista sobrevalorará la desilusión frente al enamoramiento, concibiendo a éste último como secundario, y a la desilusión y la tendencia al engaño como lo principal. De tal suerte que el enamoramiento no será un querer dar bien al otro y recibir ese bien aumentado. Sería, más bien, sacar lo máximo que se pueda del que nos ama dando lo mínimo (labia), hasta que finalmente comprenda que todo fue una ilusión para extraer sus bienes; que ni siquiera tendrían que ser materiales, podrían ser espirituales. Es decir: enamorar al otro por el vil placer de alimentar el orgullo propio y probarse la valía de "seductor" a uno mismo (Aunquevil, tal placer sin duda podría ejercitar el musculo seductor en el desgraciadoque se atreva a ello.).

b) OPTIMISTA: Reforzado por la continuidad de victorias y lealtades, o tal vez determinado por una crianza definida por unos cuidadores lealmente monógamos, el optimista verá al Amor como el sincero deseo de obtener del otro lo que no tenemos pero anhelamos. Y aquí no habría posibilidad de engaño o ilusión: el amante necesariamente amará con sinceridad y pasión aquello que sólo el amado tiene y nadie más. De este modo, el amante no podría engañarse a sí mismo sobre lo que ama. Cuando uno ama, sabe lo que ama del otro, quizá no muy bien por qué o para qué, pero comprende que hay un sentimiento que inspira el amado y que nadie más puede inspirar. Y sabe que la causa de su amor es el amado, y si es un amante perspicaz y refinado, discernirá las razones específicas que envuelven al amado y que contribuyen a alimentar el amor, esto es: gustos comunes, técnicas comunes, o ya superficialmente, la belleza física, que realmente es un atributo incompleto para definir al amor, y por ello, el amor a la belleza física será un amor incompleto.

Si bien un mismo sujeto puede alternar entre estas dos posiciones con respecto al amor, ya dependerá del amante si lo que prefiera sea aprovecharse del amado, y buscar gente que le ame para abusar de ellos; o en cambio, sinceramente amar al amado por sus cualidades sin la pretensión de buscar una remuneración a cambio.

Desde nuestraperspectiva, un seductor superior podrá optar por la primera vía, y sinembargo, su anhelo de verdad y comunidad lo llevarán a rechazar el amorhipócrita, abusivo, que sólo busca enamorar para extraer y luego abandonar; sinsacrificar nada de sí. Para abrazar un amor sincero, en el cual no deba fingirnada ni pretender sentir lo que no siente. Una comunidad amorosa basada en laverdad.


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