Prólogo.

55 1 0
                                    

Estoy exhausto, me siento abrumado, no dejo de divagar, siento que ya no puedo más. Ojalá estuvieras aquí, abrazándome y diciéndome que todo va a mejorar, que todo lo gris se va a disipar, que todo va a estar bien.

No, no, no.

Olvídate de eso, no la necesitas.

No entiendo porqué no he podido soltarla, no sé qué carajos hago con mi vida. Debería odiarla, me hizo tanto daño, me hizo añicos el corazón.

Yo no sabía lo que era rendirme, siempre insistía, siempre daba lo mejor de mí, siempre "luchaba" para no perder a alguien hasta que te conocí. Tú, una persona frívola, indecisa, egoísta y mentirosa. Un día me tratabas con amor y al otro, cómo si fuera uno más del montón. Todo lo que me brindabas era intermitente y me sentía vacío. No quería eso para mí, no quería migajas ni sentirme triste ni desanimado, yo quería una vida llena de amor y de colores junto a ti; pero tú nunca supiste lo que querías y por eso me rendí.

No sé si volveré a conocer a alguien más en el futuro, no sé si volveré a confiar, no sé si me volveré a enamorar después de tanto dolor. Aunque siendo honesto conmigo, ya no tengo esa clase de energía. Después de ella lo volví a intentar dos veces y no logré sentir ni una maldita pizca de interés romántico o algún vago sentimiento que me hiciera quedar. Me aburría muy rápido y quería salir huyendo después de tener intimidad. Suena cruel, pero eso sentía.

Al Diablo La Amistad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora