Nuestra existencia está repleta de diferentes experiencias y sentimientos, algunas veces agradables y otras no tanto, aunque por regla general, cuanto más lejanos se encuentran los malos momentos menos graves nos parecen, mientras que los buenos se vuelven aún mejores.
Eso me pasa cuando recuerdo mi infancia, suelo menospreciar la angustia, soledad y tristeza, al tiempo que enaltezco los buenos momentos que aún guardo. Es solo cuando examino bajo la lupa cada una de esas memorias, que logro descifrar lo que había en realidad.
Por lo regular el sentimiento de que nadie logra comprenderte llega en la adolescencia mientras buscamos nuestra propia identidad y experimentamos los mil cambios hormonales a los que nadie puede escapar. No es común que una niña de 5 años que tiene amigas y le va bien en la escuela sienta que está fuera de lugar con sus pares.
Desde que tengo uso de razón me he sentido diferente, pensaba que algo malo había en mí y por eso no podía ser como las demás personas de mi edad, creía que era defectuosa.
A los 27 años descubrí que no había nada malo conmigo y contrario a lo que pensaba, no soy una alista defectuosa, soy una mujer autista promedio.
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Mi vida autista
Non-Fiction¿Quieres conocer cómo es la vida de una mujer autista? Quédate y descúbrelo. Historias desde mi niñez cuando aún no tenía un diagnóstico, hasta la edad adulta que al fin lo obtuve. La vida no es fácil, sobre todo cuando no encajas por ser diferente.