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-¿Segura que es aquí?- pregunté abriendo la puerta del copiloto, confundida miré hacia todas partes. El edificio que tenía frente a mi no tenía nada fuera de lo normal.

-Esta es la dirección que te envió Konohamaru, tiene que ser aquí, la seguí perfectamente- miró en el GPS de su celular, y si, efectivamente, era aquí-, tengo que irme Sarada, suerte en tu primer día.

El auto arrancó, dejándome sola frente a lo que sería, mi nuevo trabajo.

-Yo también te quiero, mamá- bufé.

Hacía unos pocos meses que obtuve mi titulo en criminología, una carrera algo inusual para una mujer, ya que, es algo raro que una mujer decida estudiar algo así. Normalmente terminan decidiendo algún estudio que no conlleve esfuerzo alguno mas que estar detrás de una computadora. Pero ese no es mi caso.

Revisé el bolsillo de mi abrigo hasta que, encontré el gafete que me había dado Konohamaru una semana atrás. 

De tantos alumnos que conoció, fui la afortunada de ser recomendada por el para este trabajo, supongo que mi esfuerzo habrá dado frutos.

Pero no podía cantar victoria todavía.

Caminé hasta la entrada del lugar, la puerta no tenía ninguna chapa, o alguna manija con la que se pueda abrir, ni siquiera estaba segura de que fuera una puerta. Estuve a punto de tocar, cuando una pequeña bocina me saca de mis pensamientos.

-¿Identificación?-

-Bueno yo...-

-Favor de mostrar tu identificación a la cámara que se encuentra arriba de ti-

Miré hacia arriba, había un circulo pequeño que sobresalía del marco de la "puerta", donde una luz roja también se lograba ver si le ponías la suficiente atención.

-Idiota...- susurré para mi misma, mientras mostraba el gafete a la invisible cámara que había.

La puerta se abrió, y solo escuche un "Adelante". 

-¿Qué dem...?- el lugar parecía un bunker, paredes metálicas, luces blancas, el pasillo decorado con solamente una alfombra de un rojo oscuro, la puerta detrás de mi se cerró y caminé hasta donde me llevara el pasillo. 

No entendía nada ¿Dónde carajo me había metido?, mientras mas avanzaba, se podían ver estantes con objetos sumamente extraños, otros mas llenos de libros, pergaminos ¿Tentáculos disecados?, esto se pone cada vez mas raro.

Seguí caminando distraída, observando las rarezas que podían verse conforme mas avanzaba por el misterioso pasillo. 

-¿Te perdiste?- una voz grave me asustó, al parecer había llegado al final del pasillo. Voltee hacía la persona que me habló, un hombre con traje bastante robusto custodiaba una puerta metálica bastante grande.

-Eh, bueno yo- sostuve con nerviosismo el gafete y se lo mostré al hombre.

-¿Uchiha?- preguntó y yo asentí-, ah si, ya recordé, el jefe Konohamaru te está esperando.

Se dio media vuelta y de un panel que no había visto que tenía detrás de él, colocó alguna contraseña con la cual la puerta se abrió. 

-Al final del pasillo, primer puerta a la derecha, buena suerte- me dijo, y yo simplemente le agradecí con una sonrisa nerviosa.

Cuando entré, me sorprendió ver la cantidad de cosas... extrañas. Muchas puertas con símbolos extraños, muchos pasillos y personas que me miraban analizándome. Odio ser la nueva en este lugar, mas en este misterioso y antinatural lugar.

AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora