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Que desagradable.

Fue lo primero que pensó Sarada cuando aquel hombre rubio la trató de tal manera.

No entendía ni pretendía hacerlo. Simplemente no era forma de tratar a su "compañera".

Salió de la oficina de Konohamaru y caminó sin rumbo por el lugar, no dejaba de observar y analizar todo lo que tenía a su alrededor. Cosas inexplicables que jamás había visto era lo único que llenaban esos aterradores pasillos.

Al final, sabía que tendría que acostumbrarse a todo su alrededor, se resignó.

-¡Hey!

Escuchó una voz detrás de ella, por lo que voltear fue su única opción. Se trataba de Konohamaru, quien al parecer había ido en su búsqueda.

-Discúlpame por lo sucedido ¿Puedes?- preguntó apenado. A lo que ella sólo asintió con una sonrisa tímida.

-No tienes que disculparte por nada, no es tu culpa que... sea así.

-Igualmente debo, no fue correcta esa forma de tratarte.

Quizás no lo era, pero ya estaba acostumbrada a ese tipo de tratos. Recordaba perfectamente sus años en la Universidad, la diferencia era que ahora la única forma de demostrar sus capacidades era trabajando.

-No hay problema, Konohamaru, todo está bien, supongo.

-Bien- suspiró-, ¿Puedes acompañarme un momento?

Ella asintió, estaban regresando a la oficina de Konohamaru, suponiendo que para conversar sobre algo.

Él abrió la puerta y entró, seguido de Sarada.

-Aclarado este asunto. ¿Sabes manejar armas?

Esa pregunta la desconcertó.

-¿Qué...?

-Es algo muy muy importante- tomó una pausa-, como ya habrás notado, las "cosas" que tenemos aquí son un tanto especiales, no es algo que verías comúnmente en las calles.

-Si, eso pude notarlo- dijo recordando todas las extrañas cosas que sus ojos habian visto un par de horas atrás.

-Bien, porque aquí usamos armas no tan comunes.

-¿Qué quieres decir con "no tan comunes"?

-Observa.

De su escritorio, sacó una revólver, un arma común y corriente, segun su perspectiva.

-Eso es...

-Un arma como cualquier otra, si- con su otra mano introdujo una bala de color rojo, lo que hizo brillar el arma por dentro-, ¿Lo ves?- señaló el brillo que sobresalía-, si bien ante tus ojos sólo son lucecitas, no lo son para nada. Si llegaste a accionar el gatillo esta bala atravesaria mínimo 5 habitaciones.

-¿Qué tiene eso de especial?- preguntó sin mirarle nada de extraordinario.

Konohamaru sonrió-. Pronto lo descubrirás.

Su teléfono comenzó a sonar de repente, contestó y colgó a los pocos segundos.

-Bien, es hora.

Se levantó rápidamente de su silla.

-¿Hora de qué?- preguntó confundida.

-De que pruebes de que estás hecha. No me decepciones.

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-¿Qué mierda es esto?

-Bienvenida.

Lo único que se encontraba a su alrededor eran miles de lápidas. Un cementerio.

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