El diario de nuestras vidas

Capítulo 3

  Después de aquella llamada con Geras estoy en las nubes, siempre me pasa lo mismo, no sé si es que esto que siento es amor o simplemente estoy confundida o perdida, sin un lugar a donde regresar... Siento como si mi corazón fuese prisionero de una tempestad, que me ahoga de tristezas y no me permite saber cuál es el camino que debo elegir ¿si correr a él o buscar mi camino donde no pueda verle? Cuando no estoy con él no puedo dejar de extrañarlo, y cuando estamos juntos hay algo que insiste que anda mal, que nos hace hablar con frases tan cortas sin ningún fin. Al fin y al cabo nunca llegaremos hacer nada, debido a mi mala suerte, todo lo que intento tener y me esfuerzo en tenerlo termina esfumándose, nunca he conseguido y logrado nada...

  Ya está la pesada de mi madre otra vez llamándome, que si coge el teléfono, abre la puerta, saca al perro y ahora me ha pedido que limpie... es que no puedo estar en paz de una vez.

  Me desplazo por el amplio pasillo, hasta que llego a la habitación, donde guardamos las cosas que no se         usan. Abro la puerta, está algo atascada, debido a que ya casi ni entran a este cuarto, entro y ¡Wao! Hay demasiado polvo, ¿Cuándo fue la última vez que se entró aquí? Aparto un par de cajas de la entrada para poder pasar.   

  Cojo un cepillo y la pala de barrer, para acabar esto hoy, aunque sea un poco tarde prefiero hacerlo hoy, para mañana estar más tranquila. Pongo la música en mi móvil, Auburn-perfect two me encanta esta música es una de mis favoritas es una de las mejores que sé cantar.

  Empiezo limpiando los roperos, comienzo a sacar libros algo antiguos, los sacudo y paso un trapo por encima, así hasta que cojo este último libro, en el que cae una página o una nota no sé qué es exactamente, así que la recojo del suelo y la leo:

-Amada mía, estas líneas son para ti, no quiero crear más culpas, sino para decirte lo mucho que te amo, lo arrepentido que estoy del daño que he causado y causaré, traté de reparar mis errores pero no alcanzó, estas son las últimas letras que escribo, y serán las últimas palabras mías que leerás. Hoy tus labios me mataron al no decir palabra alguna. Ódiame, por dios ódiame, dame una sola razón para no amarte, una sola nada más, pero no me digas que no me sientes ni siquiera para aborrecerme. Amor, eterno, amor. Dolor inmenso y profundo, esta vida no tiene sentido, y jamás lo tendrá, mientras la distancia sea tan grande entre tú y yo. ¿Qué aprenda a vivir sin ti me dices?, ¿Qué disfrute de la vida?, como, dime como se hace, ¿Cómo puedo yo vivir sin ti?, quince años me preparé para vivir por ti, y doce más viví para ti... como se hace para vivir sin respirar ese aire que tu purificabas con tu amor, como si hasta la brisa huele a ti, como si ni el sol me da calor como lo hacías tu... De que me sirve el arrepentimiento sin tenerte a mi lado, de que sirve cambiar todo sin ti... Hoy he tomado una decisión... amarte eternamente más allá de la muerte, más allá del dolor, más allá del mismo amor. Hoy dejo de existir físicamente, pues fui muerto hace tiempo de corazón. Pero es tan grande mi cobardía, que no puedo morir con honor, me acompaño tanto el dolor, que mi muerte será un eterno sueño. Que mejor muerte que dormido, sin dolor, sin conciencia, sin tiempo, sin forma alguna de arrepentirme por la decisión... Tantas veces te escape, y me tomas por sorpresa esta vez, como león a su presa, como dios al ser humano, como el amor al corazón. Dios donde te fuiste dios, justo hoy me abandonaste, porque no mañana, ¿o nunca?, no importa ya, no te necesito ahora, llego mi turno, aun que no la tenga más, aunque haya dejado de amar. Hoy, es mi turno de ganar, la muerte me aguarda, junto con la soledad y la eternidad. Hoy amor, te pido que me perdones, pero sin ti no puedo más, solo lee y recuerda sin culpas, te ame, te amo, y te amaré por siempre, con la dulce ayuda de la eternidad... Amor, vida, sueños todo eso te dejo, no me olvides jamás... Por siempre tuyo y eternamente enamorado... 19/09 01:05am                        William  Jiménez