Capítulo seis

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Me desperté algo confundida cuando me di cuenta que no estaba en mi cama, en mi habitación, en mi departamento. Me levante tan rápido que me mareé. Al segundo de recuperarme me acorde de todo y mire a mi lado. Lean estaba dormido y no estaba segura, pero parecía que tenía una pequeña sonrisa en su cara.

—Reina... —susurró.

—¿Lean?

—¿Reina? —repitió mi nombre, abriendo los ojos.

—Leandro...

No sabía que decir, ¿Que iba a decirle? Toda nuestra vida habíamos sido solo amigos. Nunca se me paso por la cabeza otra cosa que no sea amistad y estaba segura que le pasaba lo mismo a él. No se que nos paso, pero algo que me asustaba un poco era que me gusto.

Lean se sentó y tuve que concentrarme en mirarlo a la cara porque las sabanas estaban en el piso. Nada nos cubría. Su cara se volvió seria después de que se diera cuenta todo.

—Lean yo...

—Todo fue un error.

—¿Qué?

—Nosotros solo somos amigos.

No se porque pero escuchar eso esta vez me hizo sentir mal. Lo mire molesta, fingiendo que eso no me afecto en nada.

—Eso no parecía anoche cuando gritabas mi nombre.

Él se sorprendió por lo que dije, también lo hice, pero no se lo demostré. Me levante de la cama para quitarle un short de su mueble y salir de la habitación para agarrar mi buzo del piso, mi cartera, mis tacones y entrar a su baño.

Estaba molesta con él. Podíamos hablarlo tranquilos, pero tuvo que saltar con que era un error, solo tenía que aceptarlo y dejábamos las cosas claras. Ahora no tenía ganas de escucharlo ni siquiera de verlo.

Me puse los shorts sin nada debajo porque mi ropa interior Lean la había roto de un tirón. Me puse el buzo y comencé a limpiarme la cara con agua fría. Me até el pelo y me puse los tacones para salir del baño.

Crunch Crunch.

Estaba detrás de la mesada como si nada hubiera pasado, comiendo unas papas fritas de un paquete enorme. No me dijo nada y no planeaba decirle algo tampoco.

—Al final sos un pelotudo.

No pude evitar decírselo antes de salir de su departamento de un portazo. Mire la hora la hora por mi celular y era mediodía. Desbloquee la pantalla para ver los mensajes de mis amigos.

Marta
¿Al final que paso con Lean? ¿Se desmayo de nuevo?

Reina
Es un pelotudo.

Marta
¿Se pelearon de nuevo?

Reina
Esta vez es diferente.

Marta
Contame con unos mates de por medio.

Entre al chat de Franco.

Franco
¿Esta todo bien con Lean?

Reina
Es un pelotudo.

Franco
Entiendo, se pelearon de nuevo.

Reina
Después te devuelvo el buzo.

Franco
Dale, no tengo apuro.

Llegué a mi departamento y lo primero que hice fue bañarme con una esponja hasta que se me quitaran los besos de Lean, pero era absurdo. Era algo que estaba en mi mente que no iba a salir nunca.

Después de bañarme alguien toco el timbre, era Marta. Ella me miro con los ojos entrecerrados para entrar. Me sentí incomoda por un momento, ¿Por que me miraba así?

—Estuviste con uno —ella me apuntó.

—¿Cómo...?

—Tu cuello tiene una marca roja.

Me toqué el cuello, recordando de nuevo la boca de Lean sobre mi cuello. Meneé la cabeza. No quería pensar en eso.

—Pero te fuiste con Franco... —ella abrió la boca. —¿Lo hiciste con Franco?

—¡No!

—¿Entonces con quién?

No conteste, me quede mirándola como si fuera obvio.

—Si te fuiste a lo de Lean...¿Lo hiciste con Rodrigo?

—¡Lo hice con Lean!

—¡¿Que?!

Me cubrí la cara con las manos.

—Lo hice con Lean... —susurré.

—No puedo...imaginarlo.

—No me imagines con él de esa forma.

—Es que ustedes son amigos. Nunca pensé que...bueno.

Me quité la manos de la cara. Estaba llorando porque sus palabras de una forma me lastimaron más de lo que creí.

—Me dijo que fue un error lo que paso.

—Oh, Reina.

Marta me abrazo por varios minutos hasta que me recompuse. Puse a calentar una pava y no hablamos más del tema. Me costaba creerme lo que paso y como actuó Lean. No esperaba que de todo lo que podía decirme me dijo solo eso y no intento hablarme más, aunque estaba segura que no hubiera escuchado y lo hubiera mandado a algún insulto.

Era de noche. Marta se fue, dejándome sola. Mi perro se quedaría unos días con mis padres que viven cerca de su veterinario de confianza. Pocho iba a tener una cirugía y confiaba en que todo saldría bien. Estaba nerviosa, pero estar alejada me calmaba un poco. Sonaba egoísta, pero era demasiado sensible para ver a mi perro en una camilla.

Estaba por irme a dormir cuando escuche que tocaban la puerta. Seguro era Franco por su buzo. Busqué el buzo que estaba sobre mi cama para correr hacía la puerta con una sonrisa. Esta desapareció al verlo.

—¿Que haces acá?

—Te invite a salir, ¿Te acordas?

No podía creer que después de lo que paso pensaba que iba a estar como si nada para salir con él. Sin decirle nada le cerré la puerta en la cara.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2023 ⏰

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Crunch crunch; lean riccioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora