Me desperté con los gritos de mis padres porque mi hermana no encontraba una de sus camisetas. Suspiré y abrí un ojito, tenía a uno de mis gatos hecho una bolita a mi lado, el otro estaría por ahí comiendo, siempre había sido un gordo. Bostecé casi desencajándome la mandíbula y cogí mi móvil sin saber muy bien si quería abrir los mensajes, no sabía lo que me podía encontrar. Decidí mirar la hora primero y fue lo único...¡Eran las 12:30! ¿Cómo no me había matado mi madre aún por no estar despierta? Cómo agradecía que estuvieran enzarzados con mi hermana, me daba la oportunidad de ganar tiempo.
Salté de la cama, con un sueño terrible. Pero no era lo más terrible que tenía. Mi dolor de piernas y el dolor interno de mi cuerpo eran bastante notables. Me quité los pantalones y el tanga, ya que anoche me dormí sin ni siquiera quitarme la ropa, y había un poco de sangre en él y en mis piernas. Lo escondí todo en el armario, luego me encargaría de eso. Me limpié con unas toallitas y abrí el armario. Mientras buscaba qué ponerme decidí poner música en el portátil, así también parecía que estaba despierta hacía rato.
A la vez que mis manos descartaban perchas y perchas, mis piernas dolorosas y temblorosas se movían a ritmo de la reina Lady Gaga y su canción Joanne.
—Giiiirl, where do you think you're going? Where do you think you're goiiing? Going, girl? —empecé a cantar como una loca, adoraba esta canción, hasta que caí en la cuenta de la letra— ¿A dónde crees que estás yendo? —susurré pensativa
Empecé a asimilar qué acababa de pasar, y a dónde iba con todo esto. Quizá sólo había sido mi primera vez, mi primer "polvo" hablando mal y rápido y ya está, no había que ir a ningún sitio.
Pero me vino a la mente la última conversación en su coche, y cómo sentí que él quizá quería ir a algún sitio más. Vale, centrémonos, estaba agobiándome por algo que aún no había pasado y que tal vez no llegara a pasar. Esto era algo de la Martina del futuro, en el presente Martina
tenía que decidir qué ponerse y rápido si no quería morir a los 17 años a manos de su madre.Mientras seguía debatiendo mentalmente qué cojones ponerme abrí el grupo de mis amigas y apreté el símbolo de audio:
—Chicas, tengo que contaros algo y... —me quedé pensando mientras aquello seguía grabando el silencio. No podía decirles que había perdido la virginidad, sabrían que habría sido con Julio y Vera me mataría. Mierda, descarté el audio y tiré el móvil sobre la cama.
De repente entró mi hermana, sin tocar a la puerta, ¡qué novedad!, rompiendo la conversación que estaba manteniendo conmigo misma.
—¡Qué pesados, de verdad! —gritó mientras cerraba la puerta de mi habitación de un portazo
—El día que llames a mi puerta antes de entrar te juro que te regalo lo que quieras... —suspiré mientras volvía a sumergir la cabeza entre mi ropa— ¿Me oyes? Lo que quieras
—Me lo apunto, aunque no creo que pase nunca —contestó Becca mientras se tiraba sobre mi cama asustando al pobre Tiger
Os cuento. Me llevo solo dos años con mi hermana. Entonces ella ya había cumplido los 16. Siempre decían que cuanto menos te llevabas con tus hermanos, mejor era la relación. La nuestra era la excepción sin duda. No teníamos nada que ver. Ni física ni personalmente. Os ilustraré la parte física con una tabla.
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Sentimientos a flor de piel
Teen FictionLa vida de una chica de diecisiete años, aparentemente normal... Una adolescencia. Como la tuya. Como la mía. Hasta que... Algo que no esperaba desbarata sus planes por completo. Una historia de amor y desamor. Una historia de amistad y familia. Per...