Capitulo II

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¿Empezar de cero?

Suspiro con fuerza volviendo a dar vueltas sobre las sábanas buscando  conciliar el sueño, pero simplemente no es posible. No puedo sacar de mi cabeza lo que sucedió en el comedor, la imagen de Endymion mirándome con tanta frialdad y desprecio, su voz carente de emociones ordenándome volver a la mesa.

Porque sus ojos solo me decían una cosa y esa era: te odio.

Dicen que los ojos son las ventanas del alma, pero los de Endymion en vez de demostrar amor por mí lo único que me muestran es rechazo.

¿Qué fue lo que hice para ganarme su odio? ¿Acaso fui una mala esposa en el pasado?

—¿Qué fue lo qué pasó entre nosotros, Endymion? —musito a la nada suspirando una vez más.

Por una parte estoy molesta por la forma en la que me trató y por otra estoy tan triste, porque lo cierto es que estoy sola, ni siquiera sé si tengo familia o si quiera amigos, Endymion es lo único que tengo en este mundo y el saber que mi única esperanza no es lo que yo pensaba me hace sentir miserable.

Las cortinas de mi ventana están corridas hacia los lados, así que puedo ver el cielo con claridad.  La lluvia cesó, ahora en mi ventana sólo se deslizan pequeñas gotas que dejan un rastro a su paso. Muchos relámpagos se asoman entre las nubes negras, dando señales que probablemente seguirá lloviendo.

Cierro mis ojos un momento al sentir por fin un pequeño ápice de cansancio en mis párpados, logrando desconectar mis pensamientos obsesivos por culpa de mi vida tan caótica de la realidad.

No sé con exactitud cuanto dormí.  Sin embargo, el fuerte sonido de un trueno hizo que me levantara algo asustada. Afuera llovía a cántaros y las ramas de los árboles golpeaban el vidrio de mi ventana causando un sonido molesto. Las manecillas del reloj que tenía en mi mesita de noche apuntaban las una de la madrugada.

Decidí levantarme e ir a la cocina por agua, mi garganta estaba reseca, tal vez sea por haber llorado antes. Los largos y áridos pasillos de la mansión se miraban tenebrosos, los escandalosos truenos no ayudaban mucho.

—Señora Serena —la voz de Setsuna me hace dar un salto de impresión.

—Setsuna, no me asustes así —digo en modo de regaño sosteniéndome de la pared ante el susto que me he llevado.

—Lo lamento, no quise asustarla, tan solo me sorprendió verla despierta a esta hora.

—Vine por un poco de agua, pero no encontré la cocina —acepto, avergonzada de haberme perdido.

—No se preocupe, venga conmigo.

Sigo a Setsuna por los largos pasillos hasta que llegamos al lugar que tanto me costó encontrar. Setsuna camina con naturalidad por la cocina muy familiarizada con ella.

—Es natural que se pierda, la mansión Shields es una casa demasiado grande para ser verdad — toma un vaso y lo llena con agua para acto seguido dármelo —aquí tiene.

—Muchas gracias —musito, llevando con prisa el vaso a mi boca. No supe cuán sedienta estaba hasta que el agua tocó mi boca.

—De hecho esta casa fue considerada como la más grande y lujosa de toda la ciudad, aunque parezca una exageración, quien no la conozca puede perderse con facilidad.

—Tú debes conocerla como la palma de tu mano ya que eres la ama de llaves, supongo que llevas mucho trabajando aquí —indago queriendo saber un poco de las personas que me rodean.

—Tiene razón, he estado sirviendo en esta casa desde hace mucho pues mi madre fue la ama de llaves cuando el señor Armando, padre del señor Endymion aún vivía, y cuando ella murió decidí tomar su puesto.

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⏰ Última actualización: May 13 ⏰

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