~Única Parte~

142 4 2
                                    

Me removí algo incómoda en la cama, sintiendo la brisa que entraba por la ventana, aún que no era invierno, si era primavera, una lo suficientemente fuerte para lograr que de apoco me fuera despertando.
A medida que me acostumbraba a la poca luz que se filtraba por la habitación, y me incorporaba en la cama para terminar semi sentada, recordé porque estaba ahí, y más importante con quién estaba.
Fue en ese momento que observé como dormías, parecía que nada perturbaba tu sueño, o quizá sí y yo era ignorante de todo lo que te sucedía, aleje esos pensamientos de mi mente y estire mi mano al buro que estaba a un costado de la cama, donde se encontraba mi celular, señalando que eran las 04:00 de la mañana de un domingo por la madrugada, sin pensarlo dos veces, tomé la ropa esparcida en el suelo, ya que después de todo acabábamos de tener sexo, ni más ni menos y claramente ambas teníamos prisa por quitar del camino aquello que nos estorbaba, estos encuentros los veníamos teniendo hace tiempo y siempre parecía como si fuera la primera vez.
Mientras estaba por ponerme la blusa, dejando que mi mente divagara en cosas muy distintas entre ellas, me alertó tu movimiento sobre la cama y tú voz somnolienta que me preguntaba la hora. No hice mucho caso, solo continúe con la tarea de vestirme, y cuando iba ha responder a tu pregunta exclamaste que no era necesario marcharme ha estas horas, yo solo me excuse mencionando unos pendientes que tenía tanto en L-Corp como en Catco.
En el momento en el que me acercaba a la puerta de tu habitación para poder salir, sentí que te removías con mayor frecuencia dentro de la misma, fue que cuando tuve el impulso de tomar el pomo de la puerta, que me gire hacia ti:
— Hey Kara.- vi como detenías tus movimientos y dirigías tu mirada hacia mi, me acerque un poco a ti ,y si bien tu mirada me daba a entender que tenía toda tu atención, aun así respondiste.
—Dime Lena, ¿Qué pasa?.-Vi cómo te ajustabas tu traje y eso explicaba el porque tanto movimiento de tu parte a esta hora.
—¿Sabes cuál es el dilema del Erizo?.-Solo inclinaste tu cabeza intentando saber qué te preguntaba.
—No, no lo sé.- Te vi fruncír el ceño.
—¿Quieres que te lo diga?
—Claro, está bien...-Te escuche decir, mientras tu susurro se perdía en lo inmensa que parecía la habitación en estos momentos.

"En un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca y sienten simultáneamente la necesidad de juntarse para darse calor y no morir congelados.
Cuando se aproximan mucho, sienten el dolor que les causan las púas de los otros, lo que les impulsa a alejarse de nuevo.
Sin embargo, como el hecho de alejarse va acompañado de un frío insoportable, se ven en el dilema de elegir: herirse con la cercanía de los otros o morir. Por ello, van cambiando la distancia que les separa hasta que encuentran una óptima, en la que no se hacen demasiado daño ni mueren de frío."

Cuando finalice con la pequeña historia, me mirabas con duda y exclamaste:
—Esa historia se me hace conocida.- Con voz susurrante
—¿Y sabes porqué se te hace conocida?.-Te pregunte mientras abría la puerta de tu habitación y me dirigía hacía la salida, con tus pasos detrás de mi, pero no pronunciaste nada.
-No, no lo se.- dijiste al cabo de unos segundos,  pero no preguntaste nada y tome tú silencio como indicador de que esperabas una respuesta de mi parte.
-Es porque nosotras lo estamos haciendo...
Abrí la puerta para irme de tu departamento, si quisiste decirme algo ya no podías pues tu celular sonaba indicando que esperaban tu llegada seguramente en la DEO, fue esa brisa que provocaba tu vuelo que me indico que ya no estabas en el departamento, y no me molestaba, pues ya nos veríamos mañana.
La rutina que llevábamos era esa; el calor que nos proporcionaban estos encuentros, nos era suficiente para esta especie de sensación que nos rodeaba, ninguna de las dos buscaba una gran relación, solo nos abríamos fácilmente a la otra, y de cierta manera era lo mejor, pues tu no querías volver a sufrir y yo no deseaba salir lastimada o sentir el dolor de una partida y ese pensamiento era compartido por ambas, era un acuerdo mutuo, porque este momento en el que nos encontrábamos las dos, nos era agradable y seguro...
¿Verdad kara?

El dilema del ErizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora