Luz celestial

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Shen Jiu estaba en su cabaña con lágrimas de indignación quemando en la esquina de sus ojos, las manos delgadas y pálidas aun sangrando por la fuerza con la cual las había apretado alrededor del mango de su espada mientras escuchaba otro puto sermón de su antiguo hermano.

Había salvado al idiota de Liu Qingge, lo había salvado del maldito fantasma a pesar de que fue menospreciado por el estúpido niño bonito desde que llego a la estúpida secta, ¡lo salvó! y aun así fue acusado de intentar asesinarlo.

Shen Jiu siempre había intentado ignorar todas sus dificultades en la secta, pero esta vez fueron demasiado lejos, ya no eran solo estúpidos rumores sobre su debilidad o sus amistades, ni siquiera sobre su "lujuriosa reputación" ¡fue acusado frente al futuro líder de intentar asesinar a un hermano marcial! y nadie le dio la oportunidad de explicarse, no le consideraron merecedor ni de unos minutos para contar su lado de la historia.

Como siempre nadie le creía, y lo que era peor, a pesar de que estaba seguro de que Shang Qinghua había visto todo el infeliz no dijo nada.


Nada.


Aun podía recordar a la perfección la mirada que Yue Qingyuan le había dirigido cuando le dieron el reporte y como Liu Qingque había gritado sin pudor lo que él considero un intento de asesinato, provocando que sus hermanos marciales le vieran con esos ojos llenos de precaución, casi como si esperaran que él los despedazara en cualquier segundo...

Malditos sean todos, como si Shen Jiu fuera tan idiota de cometer un crimen donde fuera posible culparlo.

Y mientras más lo pensaba, la certeza de que esa secta terminaría por arruinarlo del todo le penetraba profundamente en el alma, si podían hacerle esto por una afrenta tan pequeña como salvar una vida, ¿Qué pasaría si algún vestigio de su pasado volviera?

Estaría completamente solo a pesar de estar rodeado de su supuesta familia, y esa certeza lo heló hasta los huesos.

Shen Jiu quería escapar de ese lugar, aunque fuera una hora, un minuto, un segundo; solo necesitaba estar lejos de esos malditos niños mimados que no podían entenderlo, que no podrían aunque lo desearan... y de hecho, él tampoco podía entenderlos.

Sin pensar demasiado Shen Jiu tomo unas cuantas cosas, metiéndolas con prisa en su bolsa, sin excesos, solo sus tintas, un par de pinturas y una prenda más, apresurando sus pasos para salir al patio y montar su espada.

Y esa tarde, en su huida, dejo atrás todo intento de encajar en donde claramente no lo querían, dejo su cabello suelto ondeando sin mayor elegancia a su espalda mientras las lágrimas le enturbiaban la visión, pero no les permitía salir de sus ojos, él mejor que nadie sabía que en esta vida, llorar era un lujo más que un derecho, y no podía darse ese lujo ahora.
No iba a llorar, no podía llorar, no tenía por qué llorar, nadie vería sus lágrimas, nadie le ayudaría de todas maneras.

Mas le valía al loco ese que en verdad contara con los medios para respaldar sus escandalosas ofertas, si él no tenía una enorme biblioteca y una habitación lista en el palacio, se marcharía, o eso se dijo, aunque en el fondo sabía que realmente no tenía muchas opciones para escapar.

Shen Jiu entro al burdel como una sombra, sin llamar, sin hacer ruidos ni alertar a nadie, los pasos rápidos mientras llegaba hasta la habitación donde el adolescente le había propuesto que los contactara si los necesitaba. El cultivador paseo su mirada desesperada por el pequeño lugar hasta centrarla en una esquina y el nombre de la serpiente escapó de sus labios sin ser totalmente su voluntad.

Sin buscarte te encontré - Shen Jiu/Tianlang-junDonde viven las historias. Descúbrelo ahora