EPÍLOGO.

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La estación de trenes de la gran ciudad avivaba el último recuerdo de su hermana. Suprimiendo cada emoción, cómo lo había hecho los últimos seis años, soltó un suspiro largo no sin antes inhalar cada partícula de oxígeno que sus pulmones podían almacenar por unos breves instantes. Hacía tanto que no lloraba, no desde el funeral de su hermana menor, y tampoco lo haría en ese momento, no se lo permitió.

Una vibración aledaña vino de su bolsillo trasero, era el móvil que había olvidado apagar.

Echó un vistazo a la pantalla, no era más que un mensaje de su antigua compañera de piso, Im Nayeon. Dentro de su círculo, que no era más que casi nulo, había avisado a unas cuantas personas que se mudaría, más no mencionó el lugar a donde se dirigía.

Optó por no responder, al menos hoy no.

No necesitaba distracciones que la desenfocaran de su mayor objetivo.

Al tomar el boleto se sentó frente a los rieles en un descansillo lleno de sillones entre una multitud de personas, a la mano traía su fiel acompañante, su cámara, por si algún suceso lograba llamar su atención y se animaba a capturarlo, pero por el momento no había sido así, al menos no por ahora.


Pasajeros con destino a Gyengsang deberán tomar la puerta 9. Cinco minutos de espera antes de partir, gracias.


Aquel era su llamado.

Subió al penúltimo vagón buscando su asiento que se encontraba a dos filas aledañas a los baños. Colocó su maleta en el compartimiento encima y su cámara en la pequeña mesa que sobresalía detrás de cada asiento, era similar, sino igual a un avión. Esperó esos largos cinco minutos con la esperanza de no tener compañeros, en realidad, quería un viaje tranquilo y sola. Estaba por comenzar su nueva vida y lo único que deseaba era hacerlo desde cero.

The Doomed Souls - Jeonghyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora