EPISODIO UNO.

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Era su tercer día en la austera pero cómoda casa-habitación. La señora Gong había especificado las reglas de cada habitación constantemente, tanto para ella, como para el varón que había arribado tan sólo un día después que ella, aunque, según la información que fue notificada por su casera, él estaba solo de paso por algunas cuantas semanas para visitar a su familia. La mujer de la tercera edad continúo la charla con ella enfatizando sobre el muy buen prospecto que era al notar que Jeongyeon, oriunda de la capital coreana y de veintiséis años no tenía hombre a su lado.

No era la primera vez que alguien fuera de su círculo hacía ese tipo de comentarios a los que se había adaptado con respuestas monótonas de su parte. La anciana lo dejó pasar con una sonrisa amigable en los labios y la joven olvidó que tuvo esa conversación. Era la mejor opción si no quería que le echaran por lesbiana.

Después de meditarlo por unos cuantos minutos tomó la llave de la habitación que constaba con un clóset, un peinador, una mesita de luz y una cama dirigiéndose a explorar por primera vez.

Su teléfono yacía donde la primera vez, en su bolsillo trasero. La curiosidad mató al gato, en este caso a ella, mechones cortos, flequillo, y una melena que cambiaba constantemente de tonalidades según su nivel de aburrimiento. Cogió aquel buscando bares cercanos en la aplicación su aplicación de preferencia, y, por pura curiosidad oprimió a una de las opciones que la acompañaban en la gran ciudad lgbt+ friendly. En realidad, no esperaba mucho, ¿qué encontraría en un pueblo remoto a tres horas de la capital costera? Sin embargo, la noche estaba llena de sorpresas.

Jeongyeon se dirigió al bar queer que quedaba a veinte minutos de caminata.

Se cuestionó en varias ocasiones si era correcto ir, entrar, mantener una conversación con alguien más que no fuera su casera, o más, ¿Alguien la reconocería por ser la nueva en la ciudad? Las dudas de pronto se posaron sobre sus sienes provocando una molestia en estas, las cuales palpó con las yemas de sus dedos masajeando la zona aún en marcha. En menos de lo que esperó ya se encontraba en la puerta de aquel lugar.

La humedad de la noche no era tan sofocante a comparación de la capital surcoreana, al contrario, era agradable sentir el viento deliberado despeinar sus cabellos cortos y chocar con sus mejillas. Su atención se dirigió a la arquitectura grisácea y desapercibida con un cartel escrito en inglés, supuso de inmediato a lo que se refería, tal vez -como ella- buscaban pasar desapercibidos. Abrió finalmente la puerta de madera encontrándose con no más de veinte personas, todas mujeres, en el punto.

Las miradas claramente fueron hacia ella al ser el nuevo prospecto de la ciudad, o al menos así se sintió. Observada y cazada. Con cierto nivel de incomodidad se aproximo a la barra a la par que una sonriente mesera no tardó en hacer su entrada.

—  ­¿De pasó?

Jeongyeon ni siquiera se había sentado en la silla alta frente a la barra cuando aquella le dirigió la palabra. Con dificultad para mantener el contacto visual levantó la mirada lamiendo sus labios en signo de nerviosismo.

— No. — Fue monosilábica.

Hubo una pausa.

Silencio incómodo.

—  Bien... —  Añadió la mujer de mediana estatura haciendo hincapié en la última letra alargándola. – ¿Nueva en la ciudad?

— Sí. —  Respondió ahora divisando la pequeñez y las rocas grisáceas sobre las paredes. Era un lugar rústico, acogedor, con una mesa de billar y dos máquinas de karaoke.

—  Vale... — Alargó una vez más la vocal. — ¿Algo que beber? ¿Perdida? ¿Sabes dónde estás? — Prosiguió indagando, persiguiendo el iris de la pelicorta hasta hallarlo.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2023 ⏰

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The Doomed Souls - Jeonghyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora