Cruda realidad

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Hasta ese momento duró mi felicidad, la luna de miel fue un completo desastre, me tocó como si fuera un animal o algo sin vida y me obligó más de una vez a tener relaciones sexuales con él.

Me trataba como un objeto, no me hablaba más que monosílabos y cuando me decía más de dos palabras, era solo para dar órdenes o insultarme.

― ¡Lucía, no llores más, pareces magdalena! ― me gritaba cuando la tristeza o la impotencia de haberme equivocado tanto podían más que yo.

―Leonardo, por favor. ¿Dónde está todo el amor que me prometiste? ― le pregunté una sola vez y su respuesta fue suficiente para saber que mi vida sería un desastre.

― Lucía, en serio me creíste toda esa falsa, el amor no existe, es algo inventado por los poetas para ganar dinero, ustedes las mujeres solo sirven para la reproducción y que nuestro patrimonio perdure, lastimosamente tuve que acudir a ti para hacer eso realidad, porque bastante sonsa y torpe eres.

No fui capaz de contestar, me dejó sin palabras, no podía entender como una persona puede cambiar tanto de la noche a la mañana, se transformó de príncipe a sapo.

Cuando regresamos a casa, comenzó mi verdadero tormento, me gritaba por todo, me humillaba cada vez que tenía la oportunidad y por último me obligó abandonar mi carrera de periodismo por lo que comencé a depender económicamente de ese monstruo.

Mi familia sospechaba algo, pero me avergonzaba mucho contarle todo lo que me sucedía, tenía mucho miedo para ser sincera, mi padre es arquitecto, mi madre es diseñadora y mi hermano es abogado. Pero no encontraba el valor suficiente para admitir que me había equivocado.
Leonardo me decía que las mujeres no debemos salir de casa, que estamos hechas para atender a los maridos y para darle hijos, yo la verdad aún estaba un poco ciega, porque ingenuamente soñaba que el volvería a ser el de antes, pero desgraciadamente nunca fue así.

Al contrario, todo empeoró cuando vio que el tiempo transcurría y que a pesar de todas sus violaciones no me embarazaba porque yo había tomado precauciones y tomaba la píldora diaria a escondidas de él. No podía permitir traer un niño al mundo con tal padre, jamás me lo perdonaría.

― ¡Imbécil, inútil, buena para nada, ni para preñarte sirves, no sé quién me habrá mandando a casarme contigo!

― ¡Dame el divorcio entonces! ―lo confronté ese día pero me salió muy caro porque fue la primera vez que me alzó la mano, me dio un fuerte golpe en el rostro y me tomó de los hombros para sacudirme con fuerza.

― ¡Nunca más se te ocurra levantarme la voz, aquí el único que pone comida a la mesa soy yo!
Así que los abusos de su parte no hicieron más que incrementarse, casi no salía de casa, me dejaba encerrada, yo estaba llena de moretones, era su esclava, cuando él llegaba, todo debía estar perfecto, le molestaba si alguien de mi familia o amigos fueran a casa por lo que me fui distanciando de todos contra mi voluntad.

Un día me resistí a que me hiciera suya, porque desde hacía mucho me aborrecía y me daba asco y le hice una herida con un jarrón que rompí, pues me dejó encerrada con llave en una habitación de la casa durante tres días, sin agua y sin comida, ahí fue cuando tomé la decisión de huir y afrontar todas las consecuencias sino moriría antes de llegar a los treinta.

Muchas gracias por leer mi relato  

Desiciones (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora