Parte Unica

329 39 17
                                    

Pablo Aimar se encontraba conflictuado, una parte de él deseaba que ese día terminara lo antes posible, jugar el tiempo que sus piernas le permitieran y salir de la cancha. Pero otra parte anhelaba que el tiempo se detuviera, que las agujas del reloj no se movieran más allá de las siete de la tarde, cuando aún se encontrara en la cancha con el protagonista de la tarde, tratando de quitarle la pelota por última vez.

Con un suspiro se levantó de la cama, se acercó a la gran ventana y observó la quietud de la madrugada bonaerense, era criminalmente temprano, sin embargo unos nervios traicioneros no lo dejaban conciliar el sueño. Como lo que parecían añares atrás cuando no podía dormir pensando en algún partido importante la tarde siguiente, en un superclásico quizá, esa parecía la aproximación más acertada. Después de todo, volvería a enfrentarse a Boca esa tarde, o tal vez enfrentarse era demasiado violento, era un partido amistoso, una despedida.
Pensar en el motivo del partido lo hacía sopesar en recuerdos que pensaba estaban seguros en algún rincón lejano de su mente, pero resultaba imposible no menguar en ellos cuando se encontraba en aquel barrio plagado de colores, de murales y de camisetas con el nombre de aquel chico tímido que conoció tantos años atrás, predestinado a ser su clásico rival y una de las personas mas constantes en su vida.

Román dormía plácidamente en la habitación de al lado, Pablo lo sabía, él nunca había tenido problemas para dormir, ni en el tiempo que concentraban con la Selección ni en sus vivencias separados en los clubes. Recuerda las noches en las que trataba de conciliar el sueño sin éxito, noches en las que preso de vergüenza y anhelo se introducía en la cama de su compañero, sabiendo que sería bien recibido por sus brazos, que podría apoyar su cabeza en su pecho y concentrarse en los lentos latidos de su corazón hasta dormirse. También recuerda despertar con los labios de Román sobre los suyos, siempre suaves y sólo un poco tímidos, como si temiera que Pablo lo apartara, Pablo nunca tuvo intenciones de hacerlo, no realmente.

Fueron años de miradas robadas, de noches compartidas en hoteles con nombres falsos, de manejar a altas horas de la noche con las ventanas bajas gritando las letras de sus bandas favoritas, ya fueran nacionales o en un inglés inentendible. Meses de extrañarse cuando sus agendas no les permitían verse, tensiones provocadas por la distancia y la aparición de nuevos amores, la decisión de Román de abandonar Europa y volver a Argentina, dejando a Pablo con la promesa de que siempre estaría en su corazón, más no en su casa o en su cama, no así. Serían tres años hasta que hablaran de nuevo, Pablo permanecía en el viejo continente y Román se había desvinculado de la Selección, no tenían motivos para hablar.

Excepto cuando les preguntaban por el otro en los medios. Siempre habían mantenido la imagen de mutuo respeto y cariño, primeramente porque era cierto y porque a la gente les encantaba verlos juntos. Y eso no cambió una vez que cortaron relación, Pablo expresaba extrañar sus días con Riquelme en el seleccionado, o incluso cruzarlo cuando ambos jugaban la liga profesional —Yo le guardo gran aprecio a Román, es un jugador excelente y gran amigo— decía, albergando la esperanza de que sus palabras llegaran al puerto de La Boca.
Riquelme por su lado también hablaba bien de Pablo, invitandolo constantemente a volver al fútbol argentino si lo que extrañaba era enfrentarlo —Hubiera sido una linda experiencia compartir club en Europa, pero no quiero volver a irme, yo me quedo acá.

Dicen que el tiempo cura todo, y Pablo pudo comprobarlo cuando recibió una llamada de Buenos Aires una tarde, hablaron por horas de todos los temas que se les ocurrió, rememorando la selección juvenil y sus vivencias más actuales. Pablo no se había percatado de que la voz de Román era exactamente como la recordaba, conservando esa calidez que siempre lo había caracterizado, aún diciéndole enano y aún diciéndole cuánto lo extrañaba, Román nunca había tenido problemas con eso, se dio cuenta cuánto lo echaba de menos. Al cortar la llamada había tomado una decisión, volvería a Argentina, más específicamente, volvería a River y volvería a encontrarse con Román.
Pero la vida tenía otros planes, pese a que volvían a encontrarse a la distancia gracias a sus llamadas, los mensajes y el internet, sus charlas no eran tan personales como habían sabido ser. No discutían sus planes para el futuro, si bien en el amanecer de sus carreras había soñado con retirarse a la par, posiblemente en el mismo club, no habían planeado el mientras tanto, y fue así que gracias a un portal de noticias que en 2014 Pablo se enteró que Román dejaba Boca, tan solo un par de meses antes de su vuelta al equipo de Nuñez.

When We Were Young • roaimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora