Open Ravage Eat: Capitulo único.

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Advertencia: +21 La siguiente narrativa se enfoca en la temática twc, utilizando a los gemelos Kaulitz como inspiración y protagonistas, si los temas te incomodan por favor detén la lectura.

Temas: Incesto, anorexia.

Twincest: Relación de incesto entre hermanos gemelos.
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“I am fragile and unholy. Open. Eat.”

- TRAD: “Soy fragil y profano/a. Abrir. Destrozar. Comer.”

— Dios ya no nos quiere.— La suave voz de Bill rompió el silencio de aquella sala de espera, el mayor volteo a verlo con una expresión de extrañeza y lo único que vio fue a su gemelo mirando a la nada con las manos aferradas al asiento como si en cualquier momento fueran a caerse producto de una enorme ventisca. Sus dedos estaban rojos de la presión que hacía y sus labios estaban rompiéndose de tanto que los mordía.

— ¿De que hablas? — La duda y preocupación se notaba en su voz, pero no le preocupaba que Dios no lo quisiera, para él no tenía lógica que un ser todo poderoso los mandará juntos a la vida para hacerlos sufrir justamente por eso.
Lo que realmente le preocupaba era la apariencia de Bill, estaba más delgado y es que siempre lo había sido, pero está vez tenía los huesos tan pegados a la piel que varias veces de broma él mismo rodeaba con sus dedos las muñecas del pelinegro y quedaban como brazalete, le decía que así lo tenía esposado y que no se iría a ningún lado. También se le veía menos cabello y estaba seguro que lo tenía más opaco y tal vez esa era la principal razón del porque se preocupaba de más, sabía a la perfección que lo que más amaba en todo el mundo era su larga cabellera, la cuidaba mucho, siempre cepillandolo y colocándole aceites extraños que tenían un olor dulce, pero ahora encontraba bolas de cabello en la basura y aunque no se lo decía también encontraba mechones en la ducha. A veces (aunque no lo decía) veía su rostro y juraba que veía la misma muerte, estaba tan delgado que sus ojeras y pómulos marcaban un cráneo. No estaba preocupado, estaba asustado.

— Mamá se enteró y por eso estamos en el psiquiátrico, mamá nos odia y Dios también. Me…me van a separar de ti Tom.— Seguía con la vista tan perdida que se preguntó si estaba consiente de que la forma en que le veía.

— Bill, mamá no sabe nada y no estamos aquí por eso.— Y era cierto, el sabía la razón principal de su visita al psiquiatra, su madre se lo había dicho hace media semana, le había mencionado que metería a Bill a un centro de rehabilitación de la conducta alimentaria. Un anexo psiquiátrico especialista en anorexia y bulimia.

Anorexia, es lo que le había dicho su madre aquella noche “Bill tiene anorexia y debe ir a rehabilitación.” Aquella sentencia alteró a Tom, quien empezó a rogarle a su madre que no se lo llevará, que no lo apartará de él y tal vez su madre lo vio de forma tan normal ya que jamás habían estado lejos uno del otro; Tom siguió rogando y diciéndole que él le ayudaría, qué él cuidaría a Bill y lo obligaría a comer bien, que no tenía que llevárselo nadie “Por favor, por favor déjalo en casa, yo lo vigilare. Si nos separas Bill empeorará.” Y era cierto, su madre estaba consiente de que la salud mental de su hijo menor no se había quebrado gracias a la conexión tan única que tenía con su gemelo. Y fue así que accedió hablar con el psiquiátra, aunque esté no le pareció la idea la respeto, pero le advirtió que si en un mes Bill no mejoraba aunque fuese un poco tendría que ser internado de inmediato y no le quedó más que aceptar las condiciones.

Simone salió con un dolor en el estómago producto de los nervios y la ansiedad de tener que mencionarle a su hijo que cada quince días tendría cita en el psiquiatra. Su sonrisa aunque fue dulce demostraba cansancio y cierto fastidió. Cómo si de un niño pequeño se tratase, ella se inclino frente al pelinegro, le tomo las manos y con cariño le hablo, suavizando cada palabra.

— Bill, mi vida. ¿Sabes porqué los traje aquí?—El rostro de Bill palideció, parecía que en cualquier momento diría la palabra “incesto” pero grande fue su alivio cuando estás no salieron.— Tienes anorexia mi vida, quería internarte, pero…—La mirada de Bill viajo rápidamente hacia Tom quien vio el miedo instalarse de nueva cuenta en su rostro.— No lo haré, no voy alejarte de Tom al menos que lo vea muy necesario. Cada quince días tendrás una sesión con el psiquiátra y cada ocho con el psicólogo. Tom me ayudará a cuidar que comas bien y…—Su voz se estaba quebrando, estaba a punto de romperse pero tomo aire, fuerzas de aquel lugar donde las madres encontraban sin explicación alguna y continúo.— Debes subir al menos tres kilos el mes que viene o tendrás que quedarte. Sé, sé que te asusta así que por favor coopera. Mi amorcito, solo quiero que estés sano.— Y su diestra acaricio la suave mejilla de su hijo, el pulgar masajeo su pómulo el cuál de inmediato se tinto de rosado por el calor.
Tom observaba desde su asiento, no había dejado de mover las piernas y sentía su cuerpo tenso, sus manos estaban sudando y estaba seguro que en cualquier momento vomitaría. Había sentido el miedo de Bill, el miedo cuando su madre menciono “subir de peso.” Lo notó tan claro como si le estuviese hablando con palabras y tal vez eso ni el mejor psiquiatra lo comprendería.

— Iré a dar tus datos ¿Tom? — Y el mayor de los gemelos asintió, acercándose a Bill, su madre se levantó temblando ligeramente y se encamino hacia las oficinas. Tom por fin se acercó y le acaricio la espalda baja cuando se sentó a su lado, un poquito de calidez le haría sentir mejor. Bill lo siguió todo el momento con la mirada y ahora lo veía asustado.

— Jamás…jamás creí que tendría un miedo más grande que perderte. Jamás… yo… no quiero.

— En la salud y en la enfermedad.—Fue lo único que pudo decir cuando sus manos rodearon las de su hermano. — Te amo, no tendrás miedo, lo prometo.

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