2.- Cuando todo comienza

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28 de junio, 2018.

Lucy:

Una mujer bajaba de la estación de Red Willow. Ella era bajita y delgada. Tenía un cabello corto (más o menos por los hombros), pelirrojo y ondulado. Sus ojos azules mostraban el amplio cielo. Su piel, lívida y luminosa, con pecas que le daban un toque juvenil. Su atuendo se componía de unas sandalias de color negro, una falda floral que le llegaba cuatro dedos por encima de las rodillas y, una camiseta de tirantes blanca. Todo esto lo acompañaba de una diadema blanca y gruesa en su cabello y una capa negra hasta los pies. En su mano izquierda sostenía una pequeña maleta y era su único equipaje.

Su nombre era Lucy Weasley. Ella era una mujer inteligente que había dedicado el último año en recorrer el mundo por su pasión: la magizoología. Y sin duda no pararía ahora. Su próximo destino era Red Willow. Su padre trabajaba para el Ministerio de Magia británico, no era ni más ni menos que Percy Weasley. La mayoría de las personas que están leyendo esto saben a la perfección quién es.

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Lucy estuvo dando vueltas por el pueblo perdida por unas horas. Era demasiado tímida y torpe para hablar con alguien en ese pueblo desconocido. Se sentó en un bordillo, abrió la maleta y sacó papel y pluma para redactar una carta.
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Querido padre;

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En ese momento empezó a chispear para poco después transformarse en un gran chaparrón.

"Biblioteca Red Willow"

Lucy decidió meterse ahí para refugiarse. La biblioteca era preciosa. Radiaba intelecto y conocimientos de todas partes con un toque de modernismo. Los libros volaban solos de una a otra buscando su sitio. Entre estanterías había una señora de estatura pequeña y rechoncha, alrededor de unos cuarenta y pocos años. Hablaba con un joven más o menos de la edad de Lucy.
Se acercó a la fila de uno. El chico se giró para chocar con Lucy.

-Lo siento-. Dijo el chico-. ¿Eres nueva?

-Emm... Sí... -susurró ella vergonzosamente-. Mi nombre es Lucy... Lucy Weasley.

-Encantado, yo soy Josh - se presentó el extraño-. Josh White Chang -Él cruzó sus brazos y preguntó con una sonrisa tonta:- ¿Buscas alojamiento?

Lucy asintió con la cabeza. Josh le hizo un afán para que le acompañara pero ella se negó. Cogió un libro de la estantería para comprarlo con el dinero que llevaba en un pequeño saquito en su bolsillo izquierdo. El libro era: «Las serpientes escurridizas 2: Ashwinders».
Ambos salieron de la tienda. Josh le enseñó todo el pueblo y sitios destacables. Como la tienda de comestibles de la familia Poe; el hostal de la viuda Caroline Smith; el Café del señor Davies. Cada lugar se veía más fantasioso que el anterior para Lucy. Con criaturas hermosas que deseaba empezar a estudiar. Josh le cayó bien de inmediato. Era seguro de sí y conocía demasiado bien el pueblo, como si llevase toda la vida ahí. Pero, según le había contado, solo llevaba dos años.

-¿Qué te trae por aquí, señorita Weasley? -preguntó con un tono coqueto.

-Bueno, por si no lo ha notado, señor White, me apasionan las criaturas -paró para beber el zumo de calabaza que llevaba en la mano mientras caminaban a un lugar. Josh empezó dirigirse hacia al bosque. Lucy se quedó petrificada en el sitio. White se percató de esto y la hizo un gesto para que siguiera-. ¿A dónde vamos?

-¿No se fia de mí? - indagó Josh con voz pícara.

- No, no es eso- masculló Lucy indecisa. Josh le ofreció su mano y ella la aceptó.

-Bueno, me estabas hablando sobre que haces en Red Willow, señorita Weasley -le recordó Josh a Lucy.

-Quiero estudiar y aprender sobre criaturas, y Red Willow tiene paisaje de costa y montaña. Es un buen lugar. Me quedaré alrededor de unos meses -explicó Lucy en tono dulce.

Josh se quedó mirándola, atontado por un segundo.

- Ya hemos llegado- anunció Josh-. Cierra los ojos.

Ella acató la orden sin titubear. Se agarró de su mano para no tropezar y tras hacerse paso por unos arbustos vieron un sitio mágico.

Había una cascada que al caer hacía un pequeño lago de aguas cristalinas. En ese lago, que no era nada pequeño, habitaban dos Remoras pequeños de alrededor de dos metros. Su piel plateada resplandecía por los rayos del sol. Había árboles enormes. Aunque no era su tema, Lucy identificó de inmediato a los Bowtruckles. Se trataba de docenas de árboles de Wiggen. En las orillas de este lago se encontraba un grupo de Chizpuzzle, y un poco más alejados había otra familia de Porlocks, (una especie de cabra que camina sobre dos patas nativa de Irlanda y era bastante raro encontrar una en esta zona). Lucy se percató de la diversidad mágica de aquel bosque. Desde los árboles del tamaño de rascacielos hasta los pequeños habitantes que se ocultaban bajo el césped verde.
Él miraba como ella estaba alucinando en todos los colores y había hecho varias transiciones de uno a otro. Había algo en ella que le llamaba la atención.

- ¿Ves esos peces enormes en el lago? -le indicó Lucy con una sonrisa-. No son peces. Son Remoras o Ramoras. Están casi extintos. Antaño se dedicaban a atacar barcos. Estos son demasiado pequeños. Normalmente son del tamaño de aquellos barcos. Me pregunto que harán aquí. Fíjate en aquellos Chizpuzzle. -Josh puso una cara de desconcierto. La verdad es que él no había reparado en que era Cheesepuzzle en su vida-. ¿No sabes lo que es un Chizpuzzle?

-Emm... No -negó Josh entre risitas incómodas. Lucy también empezó a reírse. Tanto, que se tropieza y casi cae al agua. En ese momento se rompió el hielo del todo.

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Estuvieron hablando por horas de pasiones y disgustos. Fue tanto que Lucy ya no se acordaba de lo que había dicho hace dos minutos. El tiempo pasó y cuándo ambos se quisieron dar cuenta, habían pasado tres horas mas no les importó. Continuaron con su charla camino a casa de Lucy (la pequeña casita que había alquilado para quedarse por ese período de tiempo). Esta humilde morada constaba de un baño, un dormitorio, una cocina y salón de concepto abierto en la primera planta. En la segunda era una habitación sin paredes que haría de despacho. Su último inquilino había sido un astrónomo, por lo que era el sitio perfecto para admirar las estrellas. Lucy dejó la maleta que había cargado durante todo el día y cerró la casa con llave.

Fueron a casa de Josh, la cual en ese momento estaba vacía. Él quería enseñarla las varitas que estaba fabricando. A Lucy le pareció muy interesante todo lo que Josh la relataba. Una cosa llevó a la otra y acabaron enrollados. La verdad es que los dos lo estaban deseando.


Noches de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora