— Cariño, no te quedes atrás.— dijo Max mirando a su esposo.
El sol brillaba ese día en la Toscana y el clima era agradable, no demasiado caluroso.
Tenía a su hijo de seis meses durmiendo en sus brazos cubierto con una manta para protegerlo del sol y estaba esperando que Checo lo alcanzara mientras el hombre empujaba la elegante carriola y cargaba la pañalera Armani beige.
Como siempre, el hombre mayor se veía impresionante con sus lentes de sol, playera polo blanca y pantalones caqui. Un verdadero DILF y Max sabía que era la persona más afortunada del mundo porque podía disfrutar de ese hombre todas las noches.
— Max, ve más despacio, esto se está atascando en el césped.— dijo Sergio mientras caminaban por el jardín de la villa italiana.
Estaban allí porque Carlos había comprado recientemente la propiedad para pasar las vacaciones de verano lejos de los fanáticos y los medios. El hombre decidió hacer una fiesta y los invitó a ellos y a algunos otros pilotos. Max y Checo decidieron que era la oportunidad perfecta para que conocieran a su maravilloso hijo.
El bebé nació en diciembre y por razones de seguridad se había quedado en México casi todo el año con la familia Pérez. Solo había viajado a Mónaco unas pocas veces cuando uno de sus padres tenía compromisos en Europa que no tomaban mucho tiempo. Por ese motivo, nadie lo había visto en persona todavía.
Una vez que nació el bebé, Max y Checo adquirieron la costumbre de volar instantáneamente a México cada vez que había un break, así que cuando Carlos les dijo que debían ir a la fiesta y quedarse en la villa por unos días, dijeron que sí con la condición de llevar también al bebé. Y por supuesto, el español les dijo que sí, emocionado por conocer a su "sobrino".
Pasaron por un camino de piedras hasta llegar a una terraza cubierta donde encontraron a Carlos, Lando, Yuki, Pierre, Fernando, Sebastian, Charles, Lewis y Valtteri ya sentados con copas llenas de vino en la mesa.
En el momento en que fueron vistos, todos se pusieron de pie, emocionados de conocer al bebé, todos en el paddock sabían de él, pero nadie excepto Horner y Geri lo habían conocido en persona. Su hijo era el niño más amado en el paddock, tal como debería ser.
— ¡Hey!— Carlos dijo instantáneamente dándoles palmaditas en los hombros.
— ¡Hola Wey! ¡Esta increíble! Todavía no puedo creer que hayas comprado un viñedo.— Dijo Sergio abrazando a su amigo.
— ¡Sí, mírate! Piloto, modelo y ahora productor de vino.— Max dijo mirando las vides de uva en el campo al lado de la terraza.
— Sí, el lugar es increíble, también tiene una piscina.— dijo Carlos antes de poner una mano en la espalda de Chequito mientras aún dormía en los brazos de Max.— Es genial que hayan podido venir y finalmente podamos conocer a este jovencito. ¿Puedo cargarlo?— Dijo el español tratando de cargar al bebé.
Pero Max no lo soltó.
— No.
Inmediatamente sintió la mirada de Sergio sobre él y supo lo que estaba pensando. Que era extremadamente sobreprotector con su hijo en todos los aspectos. Y sí, puede que a veces lo sea, pero en ese momento en particular supo que tenía razón.
— Max, deja que Carlos cargue a Chequito.
— No, Checo. Está cansado, déjalo descansar. Estuvo despierto casi todo el vuelo y se pondrá de mal humor si se despierta.
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Journal of a Team
Random❝ Max y Checo solo sabían ser los mejores en una cosa, pilotos de Formula 1. Sin embargo el mayor reto al que se enfrentarán juntos como equipo será crecer y cuidar a su familia. Como padres primerizos tienen millones de dudas y miedo en sus cabeza...