Parte 2. Un Barco, un actor, y Cangrirú

1 0 1
                                    

Allí van estos dos personajes, son casi de la misma edad, pero bastante diferentes en cuanto a sus formas de vestir, y aspecto.

Y tal como les advertí al principio..., que se quedaran con el nombre de este personaje..., Fontela, pues bien, esto se debe a que, de aquí en adelante, él será mi co-narrador, si se puede llamar así. En él me apoyaré, para que así, entre ambos, les desvelemos esta historia, narrándoles yo directamente, y también, a la vez, con el señor Fontela, contándoselo a este insistente y pegajoso Jonás Berbeque.

Así que seguimos con Fontela...

— Mire señor Berbeque, según entendí, todo comenzó en un buque pesquero, un gran buque, muy grande, y reformado para rescate, el cual pertenecía a una ONG, y que se llamada OPEN HANDS. Allí, se había enrolado un famoso actor de cine, que quería conocer este problema de los rescates de emigrantes. Quería, según él, dar a conocer el problema, más a nivel internacional, y así tocar las consciencias de la política mundial. Pero en el fondo, yo creía que buscaba otra cosa, como que..., que no era nada más que otro famoso que se quería retratar, para pasar a la historia, como un gran hombre preocupado por los demás, y..., vamos, lo que se dice, salir en la foto. Recuerdo que..., alguien con una cámara de fotos, mientras lo retrataba, le decía a este actor...

— Richard, ponte ahora en la proa, y mira hacia el horizonte, y pon cara de preocupación.

— ¿ Aquí vale ?, ¿ se me ve bien, o se me levanta demasiado el pelo ?.

Respondía Richard Beret, que este era el actor famoso del que hablábamos, y que posaba por todo el barco, según le iban asesorando su equipo de imagen, que por cierto, iban todos caracterizados de activistas, con sus camisetas reivindicativas, sus cintas en el pelo, pulseras, etc, etc, ¡ menudo show !.

Uno de los activistas, no de los de pega, como los que iban con Richard Beret, sino de los buenos, y además, de los que merecen la pena, Paulo Santos, un tipo verdadero, recto, una especie nueva de hippie, correcto en sus formas, en fin, perfecto para estas misiones humanitarias. Pues bien, Paulo observó, que en unos de los momentos en los que dejaban un poco a su aire a Richard Beret, este miraba a dos inmigrantes que estaban sentados en la parte trasera de la popa, viendo como hablaban entre ellos. Paulo pasó andando cerca de Richard con la mirada baja, y cuando pasó a su altura, la levantó, para asentirle con la cabeza a modo de saludo, y con una sonrisa en la cara, como era norma habitual en Paulo, a quien le gustaba ponerle buena cara siempre a todo el mundo. Richard Beret le devolvió el saludo de la misma forma, sonriendo pero llevándose su mano hacia la sien, con los dedos índice y corazón juntos, así, a modo de saludo militar callejero.

— ¿ De qué hablan ?

Preguntó Richard Beret a Paulo, cuando este ya casi le había sobrepasado andando despacio.

— ¿ Cómo dice ?

Dijo Paulo dándose la vuelta, aun con la sonrisa estancada.

— Perdón, es que vengo observando que esos dos emigrantes que habéis rescatado, hablan entre ellos pero con cara de preocupación, — dijo Richard.

— ¿ Y... ?, ¿ que le parece raro? , ¿ que no paren de hablar, o que estén preocupados ?.

Preguntaba Paulo a Richard, a la vez que le alargaba el brazo y le ofrecía la mano.

— Perdone, me llamo Richard, ¿ y usted ?.

Y estrechándole la mano Richard se presentaron.

— Yo soy Paulo, encantado.

— Igualmente Paulo. Es que con todo este ajetreo, desde que embarcamos, no he podido ir conociendo a su gente.

— No se preocupe, me hago cargo de su posición, debe de ser estresante, el tener siempre los pasos vigilados por todos al ser tan famoso. ¿ Y..., entonces ?.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 28, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

AQUAQARANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora