𝐕

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Quackity estaba guardando sus cosas con una especie de rabia contra la maestra de geografía, cuando sintió una mano en su espalda que le hizo dar un pequeño brinco y volteó a ver quién era.

—Ay, vete a la verga, Luz, me espantaste —le sonríe.

—Jajaja, perdón, Quacks.

Quackity se sintió un poco incómodo ante el apodo del otro castaño.

—¿Te puedo acompañar a tu casa? —No pudiendo negarse, Quackity asintió y empezaron a caminar en silencio a la casa del pato, cuando llegaron, Quackity prácticamente aventó su mochila junto a la entrada, pues también le llevaría la tarea a Wilbur, y fue directo a la cocina. —¿Qué vas a hacer?

—Caldito de pollo para el Wilbur, el pendejo —”mi pendejo”, pensó— se enfermó.

La alegría de Luzu se esfumó, claro, Wilbur. Tragó saliva, viéndose bastante decepcionado. Desde que había conocido al pato, había sido un amor a primera vista y de su garganta no pudo evitar salir lo que ya llevaba bastante tiempo en su cabeza.

—¿Qué tiene él que no tenga yo?

El pato dejó de lado el cuchillo con el que estaba picando las verduras y volteó a ver al de ojos rojos con una ceja elevada.

—¿De qué hablas, Luzu? —dijo, nervioso.

—¡No te hagas el tonto! ¿Por qué Wilbur y yo no? —preguntó con desesperación.

“Ah, cómo chinga”, pensó Quackity, con una pizca de lástima por el más alto. —No lo sé, Luzu, no elijo de quién enamorarme y tú tampoco… Perdón, pero me gusta Wilbur desde antes de conocerte a ti…

—Pero parecía que había algo entre nosotros… —dijo con dolor.

—Y fue un error, creí que podía enamorarme de ti y dejar de pensar en Wilbur. Perdón, Luzu.

El ambiente quedó incómodo. De los ojos rojos no salían lágrimas, sus puños se guardaron en los bolsillos de su sudadera.

—¿Crees que podamos seguir como amigos? —fue la pregunta del híbrido.

—No. Por ahora, no. Lo siento, Quackity.

Caminó hacia la puerta del menor y salió de su casa. Quizás era lo mejor. Sin dejar que aquella escena le hiciera agüitarse, Quackity siguió haciendo la sopita para el castaño de lentes. Un rato después, estaba lista y la puso en un tupper de plástico y se dirigió a la casa del chico.

Tocó y esperó un ratillo. Cuando Wilbur le abrió, notó su nariz roja y un gesto de sorpresa se dibujó en las facciones del más alto.

—Te traje caldo, ¿puedo pasar?

—Ah… claro.

Lo dejó entrar y cerró la puerta. —Te dije que estaba enfermo.

—Y por eso te hice caldo. —Wilbur sonrió con dulzura, le agradaba que el pato se preocupara por él y sentía un calor en el pecho, uno bastante agradable.

—He estado tomando medicina. —Le informó—. ¿Me trajiste la tarea? —preguntó, burlón, sentándose en la cocina, mientras Quackity ponía el caldo en un plato.

—Puta madre, se me olvidó por culpa del pinche Luzu. —Los rostros de ambos se pusieron serios.

—¿Luzu?

—Unos pedillos. —Obviamente no quería hablar de eso y el castaño respetaría su decisión.

𝐄𝐆𝐆'𝐒 𝐏𝐑𝐎𝐉𝐄𝐂𝐓 | quackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora