Capítulo 11

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♡CAPÍTULO 11

Tengo tantas ganas de que William me bese que siento que un nudo fuerte me aprieta el estómago envuelto en un cosquilleante temblor

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Tengo tantas ganas de que William me bese que siento que un nudo fuerte me aprieta el estómago envuelto en un cosquilleante temblor.

Pero de repente la magia se rompe, y el contacto junto con ella se desvanece. Se aparta de mí y carraspea, muy serio e incómodo.

–Te... te esperaré en mi habitación.

Entra en su dormitorio y cierra la puerta, y yo me quedo en el pasillo ansiosa, frenética y frustrada.

Joder. Y él se ha dado cuenta. Él ha sido el que se ha apartado de mí y no yo de él.

¿Por qué soy tan tonta? ¿Por qué tiene que gustarme tanto este cabronazo insoportable?

Mientras se calienta el agua en el hervidor saco un par de bolsitas de té.

Me apoyo en la encimera y me cruzo de brazos. ¿Por qué no querrá besarme? ¿Es porque no le gustan los besos o por otros motivos? Él mismo me dijo que le excitó mucho que yo intentase besarle.

Resoplo, harta de tener a este hombre constantemente metido en mis pensamientos.

Él es tan contradictorio, tan complicado.

Cuando el agua del té está listo pongo las dos bolsitas en su interior y le añado una pizca muy pequeñita de miel. Sin tiempo que perder, voy al dormitorio de William para que se lo tome calentito.

Llamo a su puerta.

–Pasa.

Entro a su dormitorio y me sorprende porque todavía huele a nosotros. Al sexo de hace unas horas ahí mismo, sobre su cama, después de que me exigiese respuestas por el tema de mi padre.

Trago saliva, nerviosa aún por ese tema.

¿Cómo se me ocurrió semejante insensatez? ¿Es posible que la desesperación que siento haya sido capaz de empujarme a cometer tal estupidez? Habría sido una aberración compartir espacio con ese ser asqueroso.

William, sentado en el borde del lado izquierdo de la cama, coge la taza cuando se la ofrezco.

–Cuidado. Todavía está muy caliente. Pero no la dejes enfriar mucho, de todos modos.

–Está bien.

Da un primer sorbo a pesar de lo que le he dicho y me mira, y yo me quedo helada por si me va a echar la culpa de haberse quemado o algo por el estilo.

–Está dulce.

–Solo es un poco de miel.

–Y también está un poco picante –da otro sorbo –. ¿Se supone que esto funcionará?

–Se supone que sí. Si hace el efecto deseado pronto aliviará tu dolor de cabeza.

William da otro sorbo a la taza de la que incluso sigue saliendo algo de humo y clava sus ojos en mí.

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