capítulo 2.

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Capítulo 2. El secreto de los horrores: el heraldo oscuro que es inocente de su propósito.

—¿Eres Azazel?.  déjame ser sincero contigo, esperaba a alguien más a la altura de su nombre —comentó el caballero negro con calma, mirando al gobernador de los ángeles caídos, quien era un hombre de aspecto relajado, con cabello negro en la parte trasera de su cabeza y rubio en la frontal, con barba y ojos violetas.

“¿Por qué había tanta gente con los ojos violetas? ¿Acaso era un color dominante por aquí?” pensó el caballero mientras se sentaba con dignidad y majestuosidad en una silla-sofá muy similar a un trono. Tenía su espada enfundada como bastón, dándole un aspecto de dominación que, junto con su armadura y aura, se veía realzada.

—Muchos me han dicho que no doy una buena primera impresión, pero tú... Eres alguien sumamente interesante. Esa aura demoníaca es el Fénix que puedo sentir correr en ti, incluso más puro que los mismos demonios que se hacen llamar Fénix —dijo Azazel con un brillo que no le gustó al caballero negro, provocando que su aura se intensificara.

Los ojos de Azazel se entrecerraron. Esa aura, esa aura decía de alguien que había matado miles, no, millones de vidas, humanas y no humanas. La locura cantaba en sus oídos, amenazando con volverlo loco. “¿Cómo logra soportar su propia aura todo el tiempo?” era una hazaña enorme.

Las  dos ángeles caídos detrás de él se desmayaron, su mente apagándose para no caer en la locura.

—Tienes un poder interesante. Umm, nunca mencionaste tu nombre —dijo Azazel, liberando un poco de su poder para proteger a las pobres almas detrás de él.

—No lo he hecho, y no soy digno de usar mi nombre. Llámame caballero negro por ahora.

—Vale, Black Knight. Responde mi pregunta: ¿por qué atacar a uno de mis compañeros de facción? —dijo Azazel con seriedad. Este ser era preocupante, no podía encontrar una forma de matarlo. Sabía que los demonios del clan Fénix eran duros de matar, pero el demonio en frente de él era diferente, algo profano y oscuro. Había mencionado a Dios sin repercusión, la luz no lo debilitaba, el aura santa se opacaba en su mera presencia. La densidad de su aura era pesada, recalcando aún más que este ser había matado a millones. “¿Dónde estuvo este ser todo este tiempo? Una entidad, eso era. ¿Por qué no se podría referirse a esta entidad como un él, sino como un qué?”

—Vengo de un lugar azotado por la oscuridad, la guerra y la violencia, un lugar que casi lleva a la extinción a la humanidad y a los no humanos. Dime, ¿se te hace familiar este término: ‘la mano de Dios’? —dijo el caballero negro con calma.

Las pupilas de Azazel se encogieron. Ahora sabía de dónde venía este ser: los mundos sellados por su padre y el Gran Rojo, los mundos exteriores, donde vivían pesadillas y dioses oscuros tan poderosos que superaban por mucho a los más fuertes de su mundo. Ahora todo encajaba: el aura de locura que este ser liberaba. ¿Cómo cruzó la barrera? Estaba más allá de su conocimiento, pero si este ser venía de los mundos solo conocidos por los líderes de cada facción y religión, ahora entendía por qué no podía tomarse a la ligera a esta entidad.

La mano de Dios era un grupo de cinco demonios que eran vistos como una burla debido a su método de volverse demonios. El Beherit Carmesí era visto como un insulto para los que se volvieron demonios por cuenta propia. Por eso estaban determinados a ascender para sentirse dignos y al menos un poco reconocidos por otros dioses exteriores.

En esos mundos, ser un demonio no era algo con lo que se nacía, se ganaba, y no era fácil. Era terriblemente difícil, y cualquiera que lo alcanzara se le daba un título, un nombre, un poder único que manipulaba un elemento de la realidad, ya fuera vida, muerte, eternidad, y esas cosas. Eran verdaderos demonios. Aquellos que se volvían uno por ese método eran vistos como dignos, demonios que irónicamente eran de escala bíblica. Los demonios actuales solo eran una exageración de cómo los describía la versión de la Biblia de los humanos. Pero aquí estaba un ente que podía cumplir con esos estándares. Si este ser mató millones, pudo alcanzar su rango demoníaco fácilmente: un sacrificio de gran escala, a cambio se te otorgaba algo. Seres que, entre más ancianos y entre más mataban, eran más poderosos, y esto solo era la punta del iceberg.

Los dioses exteriores eran cosa seria, seres que sacrificaron mundos enteros. Ni mencionar al que destruye realidades enteras. Un ejemplo de esto era un ser escrito en el verdadero Necronomicon.

“Fuera del universo ordenado [está] esa plaga amorfa de la confusión más baja que blasfema y burbujea en el centro de todo el infinito, el demonio que se hace llamar dios, cuyo nombre ningún labio se atreve a pronunciar en voz alta, y que roe hambriento en cámaras inconcebibles, sin luz, más allá del tiempo y el espacio, entre el sordo y enloquecedor latido de viles tambores y el delgado y monótono gemido de malditas flautas.”

El que susurra en la oscuridad.

Aquel que sueña en los sueños en la casa de la bruja.

El ser en el umbral.

El morador de las tinieblas.

El dios ciego que sueña la realidad.

El solo pensar en él era terriblemente peligroso. Amenazaba con volver todo a la locura.

De hecho, su presencia ya bailaba en el cuarto, pero vio algo que lo aterrorizó: la presencia abrazó al caballero negro como a un viejo hijo perdido, y el hijo no se afectó por la locura de la presencia que lo rodeaba; la recibió, dominó y tomó.

A la mierda, estaban jodidos, muy jodidos.

—¿Por qué se veía tan pálido? —preguntó el caballero negro, mirando a Reinare, quien era oficialmente su guía.

La mujer solo pudo asentir, su mente repitiendo las palabras de advertencia de su líder:

“No lo tomes a la ligera. Actualmente no puede ser tan fuerte como yo, pero no puede morir a menos que lo desee. Él puede hacerse más fuerte que Lucifer o los dragones celestiales a medida que pase el tiempo. Él es un humano hecho demonio. Vigílalo y, por favor, aún veo que aún es uno recién convertido y debe tener humanidad aún. No dejes que la pierda, ya que si lo pierde, será el fin. El Trihexa será un ratoncito en comparación.”

Azazel sacó un libro de aspecto profano, hecho de carne y piel humana. Pasó hojas con horrores y rituales, navegó hasta la última hoja, y las hojas antes en blanco se habían llenado.

El dibujo de un Fénix negro que envuelve un mundo en sus alas, mientras el mundo perdía su luz.

“El heraldo del vacío, el que no es el sirviente de nadie. Él es oscuro, él es locura, él es muerte, él es vida. Él traerá todo al vacío para que el vacío cree algo más hermoso.”

—Fénix, destrucción y luego renacimiento de la vida. Ya entiendo por qué se le dio esa forma —murmuró Azazel, sellando el libro de la manera más segura posible. Un nuevo demonio se agregó al Lovecraft, un término que se dio para evitar referirse a ellos directamente.

Y apenas era una cría, un recién nacido. Con el tiempo, se haría más fuerte.

Tendría que contactar a Michael y los Maou, y verificar con Gran Rojo la barrera. Hubo una filtración; estuvieron de suerte que solo pasó uno joven, pero uno que ya amenazaba todo.

Fin capítulo.

Si.  DxD se hará un gran hueco de horrores.

Además  uní el lore de Berserk con el Lovecraft, mi personaje vivió una pesadilla verdadera ahí, que lo volvió loco y lo deformó a una entidad demoníaca que tiene el potencial de crecer como los demonios dioses del Lovecraft. Entonces sí, todo será jodido para el DxD.

El Fénix oscuro: High School DxD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora