Todo comenzó una noche, cuando estando ya harta de ver cómo pasaban las horas y de no poder dormir, decidí levantarme de la cama para ir al balcón a tomar un poco el fresco.
Estaba dándole vueltas a la cabeza cuando de repente, se me ocurrió la idea de expresar todo lo que sentía así que cogí una libreta y un boli y comencé a escribir:[Me llamo Jana Ruiz. Y esta es mi historia.
Nací el 25 de Septiembre del 2002 en Buñol (Valencia).
Era muy pequeña aún cuando comencé a ver las discusiones diarias de mis padres, puesto que a mi padre no le gustaba trabajar y mi madre dejó de quererlo al poco tiempo de nacer mi hermana pequeña. Se pasaban la vida discutiendo y yo, me pasaba la vida llorándole a mi padre cada vez que decía que quería irse de casa. Al final, acabaron divorciándose así que ahora solamente vivo con mi padre y mi hermana, puesto que mi madre conoció a otro hombre y se fue a vivir con él.
Llevo 3 años sin saber nada de ella. Ni un solo mensaje el día de mi cumpleaños, ni una puñetera felicitación cuando llega un año nuevo, ni un hola cómo estás... Así que a día de hoy, ella ya no me hace falta.
Al principio, cuando la herida se abre, duele y escuece mucho. Pero con el tiempo, se ha cerrado. Aunque, de vez en cuando, noto esa espinita clavada en el fondo de mi corazón.
Esto no quiere decir que no quiera saber de ella, porque me muero de ganas por sentir que sigue siendo mi madre y que aún me quiere pero nunca veo el momento de volver a reencontrarme con ella y ni mucho menos de mirarla a la cara después de romper la familia que con tanto cariño, mi padre y ella habían construido.
Pero dejando a la familia atrás, me gustaría hablar de mí.Comencé a sufrir bullyng en el colegio, poco tiempo después de cumplir los 9 años.
Y el principio fue el típico comentario del que pasas olímpicamente y te ríes de ello, hasta que de escucharlo todos los días, comienza a dolerte escucharlo.
Conforme iban pasando los días, sin darme cuenta, me iba haciendo cada vez más pequeña. Era como que sin querer, dejaba que me hiciesen débil. Se que si hubiese sido más fuerte, no habría dejado que me pisoteasen de esa manera.
Primero, empezaron a insultarme llamándome "gorda", "ballena", "no cabes por la puerta" y más comentarios similares. Yo siempre pensé que nunca pasarían de esos extremos, así que no les prestaba atención. Pero un día, me acorralaron y todos y cada uno de los que formaban parte del círculo, iban insultando todos uno a uno. Mi reacción, fue echarme a llorar y salir corriendo de ahí.
Al día siguiente, cuando me levanté, pensaba que lo del día anterior no se volvería a repetir, pero no fue así , y además, fue a peor. Me pegaron chicles en la silla, para que al sentarme se me quedasen pegados en el pantalón y así poder reírse de ello. Me tiraron por las escaleras, hasta el punto de hacer que casi me abriese la cabeza. En el recreo, me tiraban piedras y tierra.
Y así sucesivamente todos los días.Llegó el fin de curso con la graduación, y ahí suspiré pensando que ya había acabado todo y que me los iba a quitar de encima al pasar al instituto. Pero, para mi desgracia, no fue así.
En la graduación, intenté hacer como que no había pasado nada para terminar bien aquella etapa y ellos hicieron lo mismo. Pensaba que al menos ese día, se portarían bien conmigo pero, tampoco fue así. Justo cuando nos subimos al escenario para bailar una coreografía que habíamos preparado, me pusieron la zancadilla y me tiraron al suelo. Con lo cual, hice el ridículo de todos sus familiares, de los maestros y hasta delante de mis propios padres.
Al bajar del escenario, mi padre me preguntó que qué me había pasado para yo caerme. A lo que yo le respondí: No es nada, es que me he resbalado.
Mi padre se lo creyó, así que fingí estar tranquila e intenté disfrutar de la noche.
Ese día terminó. Comenzó el verano y más tarde, comenzaba el nuevo curso.Me encontraba muy nerviosa porque no sabía con quien iría a clase, estaba deseando saberlo. Pero el día que publicaron las listas, justo cuando vi los nombres de quienes serían mis compañeros durante todo un año, no pude evitar llorar.
Para mi suerte, me tocaba aguantar a mis compañeros del cole un año más y además, a sus amigos de otros colegios.
Llegué a casa, me encerré en mi habitación y lloré durante todo el día hasta quedarme dormida.Empezó el curso.
Estaba nerviosa porque era el primer día, y además de eso, porque sabía que tenía que volver a verlos a diario durante todo el curso. Pensaba que las cosas serían diferentes, pero el único cambio que tuvo, fue a peor.
A mis compañeros de antes, se les sumaron los demás y ya eran 26 personas contra una. Ahí, ya tenia muy poco que hacer.
Cada día que pasaba, más se me quitaban las ganas de seguir yendo a clase. Hasta que un día, comencé a inventarme excusas para no ir. Y así, sucesivamente.
Mi padre comenzó a verlo todo muy raro, porque que yo no fuese ningún día y que siempre me doliese algo, ya no era normal.
En varias ocasiones, me preguntó que si pasaba algo y yo le decía siempre que no.
Y así, aguanté día tras día, semanas tras semana, mes tras mes y curso tras curso. Pero todo cambió en 3° de la ESO.Se suponía que conforme crecíamos, teníamos que ir madurando y siendo más conscientes de todo lo que hacemos bien y lo que hacemos mal. Pero ellos no cambiaron.
Estuvieron un tiempo relajados, hasta que de golpe, comenzaron otra vez y además, se les sumaron algunos profesores.
Siempre me llamaban la atención a mí aunque estuviese callada, y además, la tenían tomada conmigo por culpa de mis compañeros.
Fui en varias ocasiones a jefatura de estudios a contar lo que me estaba pasando en clase, pero nadie me creía. En otra ocasión, se lo conté a mi tutor de ese año, reunió a toda la clase y todos negaron lo que yo había contado, así que mi tutor me dijo "deja de inventarte las cosas y presta más atención en clase". Me salí de clase nada más escuchar como salían esas palabras de su boca y le dije a mi padre que viniese a recogerme.
Llegamos a casa, y nada más sentarnos en el sofá, no pude evitar contárselo todo y echarme a llorar.
Mi padre lloró conmigo y me echó la bronca por no habérselo contado antes, me dijo que se sentía culpable por no haberse dado cuenta de nada y me abrazó.Repetí curso. Como no acudía a clase y cuando acudía, no prestaba atención y tampoco presentaba las tareas que mandaban, no tuvieron más remedio que suspenderme todas las asignaturas. No me ofendí. Al revés, sentía que la vida me estaba dando otra oportunidad para vivir y la acepté.
Ese curso fue el mejor de mi vida en años.
Me acogieron en clase como si fuera una más, se sentaban conmigo, me escuchaban, dejaban que mi opinión también contase... Siempre voy a estarles agradecida por todo lo que hicieron por mi.
Conseguí graduarme y decidí dejar de estudiar para ponerme a trabajar.Pero, aunque fue por decisión propia, tarde o temprano iba a tener que hacerlo porque aunque no me estaba dando cuenta, todo lo que me había pasado, me estaba haciendo perderme a mí misma.
Comencé por dejar de reconocerme cuando me miraba al espejo, no sabía ni quién era la persona que yo estaba viendo. Hasta yo misma me insultaba. Y todo, para castigarme a mi misma pensando que todo lo que había pasado, era culpa mía.
Me perdí.
No sabía que camino tenía que recorrer, ni de donde sacar fuerzas para seguir, ni de si algún día volvería a sonreír sin fingir, ni de si volvería a encontrarme conmigo misma. Estaba tan hundida y con tan poca salud mental, que aunque no quería pedir ayuda, no tuve más remedio que hacerlo.Le dije a mi padre que quería empezar a ir a terapia y no dudó en que tenía que hacerlo.
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Antes y después de ti.
Teen FictionSe que el amor no daña, así que por esa misma razón, no tuve más remedio que alejarme de ti. Te quería, pero no tuve más opciones. Y con todo el dolor del mundo, me fui porque también me quería a mí.