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20 de abril - 2019

Izuku Midoriya despertaba de su siesta, al final terminar arreglandose para ir al colegio.
Era cumpleaños de su amigo.
O tal vez, también del chico que le gustaba.
Tenía un regalo reservado para él; Katsuki Bakugō. Una caja con lindos estampados, y una carta hecha a mano, donde explicaba lo que sentía por él.

Finalmente tomó las cosas y salió de su habitación, tenía prisa y emoción por irse de casa y verlo, verlo sonreír y pasarla bien.

– Por fin despiertas. ¿Ese regalo es para él? — preguntó su hermana mayor.

– ¡Lo es! Espero y le guste...

– Así será Izuku. Mira, dale este bento de mi parte, ¿ok?

– Esta bien. Me iré, hasta luego — decía mientras tomaba el bento y salía lentamente de casa.

Vaya que nervioso sí estaba.
Caminó hasta llegar a UA, nervioso entró.
Varios lo miraban como "por qué tienes esa caja" o el típico murmullo de "que raro es", Izuku siempre solía recibir comentarios de ese tipo.
Era tal vez agotador mentalmente saber que todos te tomaban como un raro cuando tú solo eras tú.

– ¡Feliz cumpleaños Bakugō!
— se escuchó en grupo, un tanto lejos de su salón.

“¿Llegué tarde?” - pensó.
Entró y lo primero que vió fué a su amigo sonreír. Siendo la persona más feliz de tal lugar.

Al acercarse solo pudo decir una cosa. — Es para tí.

Decía mientras ponía tal caja de regalo, con un bento arriba en frente de él.

– Gracias, Deku.

E Izuku se fué nervioso de ahí.
Sus piernas temblaban y el sudor empezaba a caer poco a poco de su frente.
“¡Que tonto! Ni siquiera le dije un 'Feliz cumpleaños'...” - susurró.

Las clases pasaban, y era lo mismo que cualquier otro día. Al final, Izuku decidió irse antes del aula. Tenía miedo de ver la reacción de Katsuki leer la carta o ver lo que había dentro.

Camino hacia la salida, alguien había gritado su nombre.

“¡Deku!”

Él volteó. Sus ojos brillaron al ver al chico que tanto deseaba en mente, siguiéndolo con caja antes dada en manos, llegando cada vez más cerca hacia él, con esos ojos que encantaban igual que el Sol encanta a la Luna.
Estaban nerviosos, brillando juntos.

– Que bueno que te alcancé.

– ¿Qué pasa?

– No sé cómo decirlo pero... La carta que me diste junto con la caja.

Recordó lo que escribió.

“Hola, Kacchan.
No sé cuál será tu reacción ante esto, pero realmente espero que no sea regresandome un gran golpe.

No sé tampoco si aceptarás mis sentimientos o simplemente vas a ignorar, solo quiero que sepas sin más.
Desde que te conocí siempre había sentido una linda atracción hacía tí, y realmente fué creciendo, y creo yo que actualmente ya estoy listo para decirlo.
Déjame decirte que eres tú la fuente de mi felicidad, sin importar qué, o que hagas.
Dices a veces odiarme, pero sé que no es así, sé que me quieres, y solamente quisiera que lo aceptaras...

– Yo también siento lo mismo que tú.

Te voy a amar hasta morir.

Así que solo te pido una cosa;
¿Quisieras ser mi novio hasta el fin?”

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