TÉRMINOS Y CONDICIONES.
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(POV Elizabeth)
Sujetando con firmeza el volante del automóvil, y repitiendome por milésima vez en aquella hora que todo iba a salir bien, conducía llena de nervios hasta el punto de reunión acordado con Meliodas, el hijo mayor de los Demon, quienes fuesen los inseparables amigos de mis padres, los Liones.
Si era honesta, tenía que admitir que mi interacción con aquel chico siempre había sido mínima.
Cuando solíamos reunirnos cada domingo para la parrillada que se organizaba entre ambas familias o cuando pasabamos las vacaciones de verano juntos, la misma y monótona rutina qué, desde nuetra infancia adoptamos, se repetía; nos saludabamos con un breve «hola», seguido de un intercambio de pequeños vocablos y, al final, nos despediamos con un simple «hasta luego».
Fue por eso que, cuando el mismo Meliodas se contactó conmigo y dió el primer paso al invitarme a almorzar en una no tan concurrida cafetería de la región, me sentí realmente sorprendida.
Aparqué en un estacionamiento de cuadras más atrás, pagué el servicio por una horas y continúe a pie hasta llegar al lugar indicado: un atractivo establecimiento en colores llamativos y precioso decorado de los años 60’s. Nerviosa, solté un último respiro antes de animarme a ingresar al interior, sintiendo mis piernas vueltas una aguada gelatina.
Ya dentro, mi cabeza inspeccionó sin tanta minuciosidad el sitio, moviéndose en todas las direcciones para dar con mi acompañante. Di con él luego de una fracción de minuto; se había sentado en una mesa solitaria y apartada de todas, mientras observaba con desinterés un pedazo de papel enmicado que, supuse, se trataba del menú. Lentamente, avance hasta Meliodas, quién no tardó en elevar su rostro, encontrándose con el mío a medio el camino.
Como si de dos viejos conocidos se tratara, ambos nos dedicamos una sonrisa y repartimos un beso amistoso en la mejilla ajena, para luego, proceder a tomar asiento.Ordenamos enseguida, el ambiente había permanecido realmente callado y, hasta cierto grado que me sorprendía, un poco agradable. Minutos después, con la orden entregada y comenzando a devorar la deliciosa tarta de fresa, fue él quien decidió dar rienda a una conversación.
—Gracias por venir, Elizabeth —sonrió ampliamente, mostrando ese par de blancos dientes que decoraban su rostro.
Enseguida, le devolví el gesto.
—Gracias a ti por la invitación, Meliodas. Te juro que necesitaba algo dulce con urgencia —respondí una vez que termine de tragar otro trocito de pastel y sorbiendo con cuidado de la humeante taza de chocolate.
—Bueno, creí que era el momento adecuado. Después de todo, en un mes seremos marido y mujer y habrá que convivir a diario— escupió muy incómodo, rascando por detrás de su nuca.
Tras el repentino comentario, comencé a ahogarme con el líquido caliente que recorría mi garganta y tosí con desesperación al tratar de recuperar el oxígeno que me era cruelmente robado. El de orbes jade se preocupó cuando observo que mi piel palidecía unos cuantos tonos, pues propinó golpes ligeros contra mi espalda, consiguiendo que mis molestos sonidos cesarán y el aire se regulara dentro de mis pulmones.
— Y-Yo... —titubeé apenada y cubriendo mis labios con una servilleta—. ¡Agh! sigo estando en desacuerdo con esta unión. ¡Es injusta! —Mis mejillas comenzaron a arder en sobremanera por la indignación.
Porque sí, aunque parezca extraño, yo, Elizabeth Liones, soy la prometida de Meliodas desde hace dos semanas por decisión de nuestros progenitores, quienes nos arrebataron todo derecho de opinar u objetar.
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Seduciendo a Meliodas (Melizabeth)
FanfictionTras ser obligados por sus padres a casarse, Elizabeth y Meliodas deciden implementar una serie de reglas con las que esperan tener una convivencia armoniosa. ¿La más importante? ¡Nada de sexo! Sin embargo, debido a algunas cómicas circunstancias, l...