La vida del mundo futuro

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La vida del mundo futuro

Hoy se cumplen dos años desde que inició la cuarentena. Decían que finalizaría el 30 de abril... si no tuviera un calendario a la mano, ni siquiera sabría cuánto tiempo ha pasado desde entonces.

Ya no existen territorios, fronteras ni nacionalidades... hoy solo existen, o existimos, un puñado de seres humanos luchando por sobrevivir contra el nombre que decidan darles a esas cosas que caminan por ahí con el único objetivo de llevárselo todo a la mierda.

El 25 de enero de 2020, China anunciaba que el número de fallecidos por SARS-CoV-2 en Wuhan ascendía a 54... dos meses después, México y casi todos los países comenzaban su cuarentena, pero ya era demasiado tarde; las fronteras eran tan débiles que una gota de saliva las derrumbó.

Vivimos el encierro durante meses hasta que, en octubre de ese año, Ma Xiaowei, responsable de salud en China, anunció que la vacuna contra Covid-19 estaba lista y había sido probada en algunos de los nuevos contagiados de aquella zona de Asia... y empezó el desmoronamiento.

La vacuna viajó más rápido que las noticias sobre efectos secundarios. Resultó que, tras dos o tres semanas de recibir la vacuna, las personas comenzaban a sufrir cambios en su tono de piel, a un amarillo-grisáceo. Esto se agudizaba con el paso de las horas y, sin una razón aparente, los pacientes presentaban un aumento repentino de temperatura corporal; caían desmayados y, al paso de un par de horas, su temperatura descendía hasta casi 20°C. Se reportaban como muertos... en ese momento despertaban... y comenzaba la pesadilla para quienes estaban a su alrededor.

Esto sucedió primero en China, pero se extendió con rapidez hacia todos los países donde habían confiado en la nueva vacuna... México entre ellos. Los nuevos infectados, como se les llamó a los recién vacunados que tenían comportamientos agresivos, comenzaron a regar por el mundo un nuevo virus... sus fluidos corporales eran fuente de contagio y, aunque habíamos aprendido a utilizar cubrebocas y alcohol en gel, pocos sabían defenderse de una horda de seres ya no humanos.

La escena que más me impactó, cuando todavía teníamos transmisiones de televisión, fue la que la CNN emitió en vivo desde el exterior de un templo cristiano; en un momento se veían familias orando por la salud mundial... y al siguiente solo sangre, miedo, llanto... no podían correr hacia ningún lado, la puerta estaba bloqueada por nuevos infectados.

A través de los meses hemos aprendido a matar, si es válido el nombre, a esas cosas que ya no tienen conciencia ni cura. Yo tuve suerte... sobreviví hasta hoy. No sé ni en qué ciudad me encuentro, pero he permanecido escondido en un edificio de departamentos que abandonaron por el miedo; rescaté víveres y agua... tapié puertas y ventanas lo mejor que pude, pero sé que no durará para siempre... se aglomeran alrededor... creo que me perciben.

Jamás fui un hombre de iglesia, pero ahora le doy toda la razón... no creí que una oración fuese tan poderosa: "espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro... Amén".

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