‼️¡8!

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Perdido, me sentía perdido, no entendía el dolor que sentía en todo mi cuerpo, era un sentimiento que me tenía la cabeza aturdida, era un mareo inigualable.

Me encontraba sentado en el final de un callejón, o eso creía, ya que sentía una pared en mi espalda, pero todo era negro, no podía ver absolutamente nada. Mientras veía como dos sombras se acercaban a mí, eran dos siluetas humanas, una daba luz amarilla, y la otra, azul marina.

No entendía nada, ¿por qué dos figuras estaban acercándose cada vez más a mí?
Me sorprendía como una de ellas apenas se veía, la azul marina, pero yo sentía que brillaba.

De repente, las dos me extendieron la mano, esperando a que cogiera una de estas.

-Vuelve a casa Jimin, coge mi mano y seremos tú y yo, como siempre -se acercó la luz azul marina-.

Espera, esa voz... ¿era Jongin?

-Dámela a mí, Jimin, puedo mostrarte cosas nuevas, algo alternativo, hazme caso, después volverás a casa -sugirió la blanca-.

Vale... ¿que es esto?

Realmente no sabía que hacer, todo era muy confuso, ¿por qué estaba ahí? pero lo más confuso de todo ¿qué se supone que eran las cosas estas que están cada vez más cerca de mí esperando que vaya con ellas?

¿Sabéis mis voces que me aconsejan qué hacer? Hoy no estaban de mi lado, no era capaz de oirlas, estaba completamente solo.

Al final me decidí, y escogí irme con la luz blanca, ¿qué de malo tenía probar algo nuevo?

Cuando le di la mano, aparecí en mi casa, en mi cama concretamente, de nuevo con dolor de cabeza.

-Jimin hijo, recuerda que tienes una cita con -y se escuchó un susurro-.

Esa había sido la voz de su madre desde el salón, lo tenía claro. Bajé y la encontré en la cocina haciendo el desayuno.

-¿Cuándo viene Jongin? -pregunté inocente-.

-¿Jongin, quién es ese? -Heejin se quedó mirándolo fijamente sin comprender-.

-Mamá, mi novio, ¿quién más?

-¿Qué? tú no tienes novio, estás conociendo un chico que se llama...

Jimin se quedó mirando a su madre, cada vez que iba a escuchar el nombre del chico, es como si su madre se quedara muda, solo podía ver como movía sus labios, y eso, se le hacía muy raro a Jimin.

-Em, iré a cambiarme entonces...

Jimin subió las escaleras de su casa y se dirigió al armario, se vistió simple, una camiseta blanca, unos vaqueros anchos y unas deportivas blancas igual que su camiseta, quería ir cómodo ya que no sabía donde iban.

Cuándo ya estaba listo, comenzó a utilizar su teléfono y de repente sonó el timbre.

Bajó a abrir y vio a un chico con el pelo blanco algo largo, muy pálido, vestido con una sudadera negra y unos vaqueros rotos negros también, ¿el único problema? no se le veía la cara, era tan pálido que parecía una luz, espera... una luz...

-Buenos días Jimin, ¿estás listo?

Esta era la luz blanca a la que le dio la mano.

-Sí, podemos irnos.

Me despedí de mi madre con algo de miedo, sentía los nervios por toda mi piel, ¡estaba yendo de la mano con alguien que desconozco completamente!

-Bien Jimin, te llevaré a un sitio muy especial para mí, sube a mi coche.

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