Nicole,una chica que se tiene que mudar a casa de los Leister,con su hermana y su madre. Ahí conoce a su nuevo hermanastro y en una fiesta habrá unos sentimientos encontrados por el hijo de los Leister y Nicole
Nicole cuando salió de la ducha, fue directa hacia su armario encontrándose vestidos nuevos haciendo que se quedara boquiabierta.
La rubia optó por ponerse un vestido corto de color rojo apagado que tenía en su maleta y lo conjunto con unos tacones negros cómodos.
Nicole cogió su móvil y puso música para empezar a maquillarse, la rubia se sentó en su escritorio y empezó cogiendo su corrector para tapar algunas cosas. Al ya tener difuminado el corrector cogió su rímel para aplicárselo en sus pestañas, minutos después de aplicarse el producto cogio su colorete y se lo aplicó en sus pómulos quedando un poco rosado. Para finalizar, cogio un pintalabios rojo oscuro y se lo aplicó en sus labios quedando resaltantes.
Cuando Nicole acabo miro la hora y se levantó rápido para ponerse su perfume, antes de salir, cogio su chaqueta de cuero negra, su bolso negro y su movil. Salió de la habitación y empezó a bajar las escaleras viendo como todos estaban allí esperándola.
—Perdon por la tardanza —dijo la rubia avergonzada.
—Estás preciosa —dijo Noah acercándose.
Noah, Rafaella y William se marcharon hacia el coche y Nicole y Nick se quedaron dentro de la mansión, la rubia pasó por delante del pelinegro y el chico se quedó mirando a Nicole atentamente embobado.
—¿Quieres una foto? —preguntó Nicole para después irse hacia el coche.
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En el coche de William, la pareja se encontraba delante y las dos hermanas detrás, Nick se fue en su coche.
En medio del camino la rubia cogió su móvil para poder ver los estados de su novio y sin poder verlos, suspiró fuertemente y miro por la ventana. Vio que él chico estaba apoyado con su codo en la ventana mientras fumaba y la miraba, el pelinegro tomo su ultima calada a ese cigarro y lo tiro hacia la carretera para segundos después guiñarle el ojo a la rubia y adelantar el coche donde iban los cuatro.
Nicole hizo una mueca de asco al ver la escena y volvió a mirar al frente.
—Gilipollas —susurró Nicole.
—¿Que pasa? —pregunto en un susurro Noah.
—Nada, nada —solto la rubia.
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En el restaurante, los cuatro se adentraron al restaurante y dentro se encontraba Nick hablando con unas chicas para que segundos después de entrar se fueran y el pelinegro pusiera sus manos en los bolsillos.
—Bueno chicas, todavía no está vuestro carnet hecho asique puedes utilizar mi apellido —dijo el mayor.
—¿No sonará un poco raro? —pregunto Noah confusa.
—Hola, señor Leister —dijo el camarero.
—Hola, soy la señora Leister —solto Noah haciendo que Nicole se aguantara la risa.
—Algo había escuchado, pero no pensé que para tanto —el camarero miro hacia el mayor incómodamente.
—Haber, ella no es mi esposa. Es ella —dijo William.
—Hola —saludó Rafaella acercándose y rodeando el brazo de William.
Todos fueron hacia la mesa, menos Nick y Nicole, el chico hizo una seña para que pasara la rubia queriéndose hacer un caballero. Nicole hizo lo mismo y Nick iba a pasar, pero la chica puso una mano en el pecho del chico para pasar ella. Nick sonrió y fue tras la rubia.
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Cuando todos comían, todos hablaban, menos Nicole que comía animadamente.
—Pues mira que el verano nunca ha sido mi época, pero entre este mar, los atardeceres y tú, entonces me fascina —soltó Rafaella.
William sonrió tras lo que dijo la mayor, vino la camarera y tras dejar el plato de Nick, pasó su mano por el brazo de él. Nicole vio la escena asqueada haciendo que el pelinegro lo notara.
—¿Y hay muchos incendios forestales? —pregunto Noah.
—Desafortunadamente, es una lacra —respondio William—. En lo que llevamos de verano, dos ya.
—No entiendo la gente que tira las colillas por la ventanilla —hablo Rafaella.
El pelinegro miro a Nicole haciendo que la rubia también lo miraba atentamente, los dos rompieron el contacto visual rápidamente.
—¿Y a ti te han quitado puntos del carnet, Nick? —pregunto Nicole.
—¿Por eso? Imposible —solto él soltando una risa leve.
—Nick no fuma, es el mejor deportista —hablo william—. El mejor surfista.
—Muy bien por él, yo soy más de deportes competitivos —solto Nicole.
—¿A que viene eso, Nicole? —preguntó Rafaella.
—Da igual Rafaella, déjala —dijo Nick tranquilo—. ¿Tienes algún problema, Nicole?
—No, solo me sorprendre —solto la rubia.
—Con todo el respeto, me voy —dijo Nick y acto seguido se levanto para marcharse
—Mama, yo también me quiero ir, ¿puedo? —preguntó la rubia amablemente haciendo que la mayor asintiera.
—Hijo, ¿puedes dejarla en casa? —pregunto William hacia Nick.
—Yo daré un buen rodeo —excusó Nick.
—Da igual, si queréis me cogo un taxi —dijo la rubia haciendo que William negara.
—No, no, haber si te va a pasar algo —respondio William—. Llévatela a casa Nick.
Los dos salieron del restaurante y fueron directos hacia el coche, Nicole se sentó en el lado del copiloto y Nick de conductor.