Capítulo único.

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Los nervios la comían por dentro. Ana guardaba la ropa de la maleta en armarios, sin fijarse en qué mezclaba o en qué arrugaba. 

Su mirada estaba perdida. Maldijo a su ego por vencer a la razón y haberle hecho aceptar ese tonto juego…apuesta o reto. ¿Cómo definirlo? Sexo. Eso fue lo que pactaron, solamente eso. Nada de lazos que los atasen.

Tras la proposición de Violeta hacia el valor de ella, Ana cedió a ese juego.

Sabía que nada podía sacar de aquello, que pronto ella saldría mal parada. Porque ella sí sabía lo que sentía por aquel bebé y a la vez hombre fuerte, amable y cariñoso.

Ella estaba muy consciente de la situación que se le presentaba, pero no supo negarse, no pudo. Él la descifraba demasiado bien aunque sólo se conocieran de un par de meses y supo darle en su punto débil, nadie podía retar a Ana no sin antes perder ante ella.

Amar era peligroso y ahora lo podía ver, notar en su todo cuerpo y mente. 

¿Miedo? Se podría considerar que sí, que era lo que sentía. Ya había faltado a su promesa de no amar más nunca, ya que ahora lo amaba a él. 

¿Por qué no faltar al juego con Joaquín? ¿Por qué,... por amor? No podía fallarle si no, ella misma lo sufriría.

¿Qué era mejor en esos momentos?

El deseo por aquel muchacho, aquel hombre que con los meses siempre le demostró que estarían juntos, que la había apoyado en todo lo bueno y malo, que había sufrido ataques de su familia porque la amaba. 

Era excitante pensar en qué reacción tendría su propio cuerpo al notar su cálido aliento en su cuello. Qué tan estremecedoras serían sus palabras…

¿Se volvería loca? ¿Loca de lujuria? ¿Loca de amor? ¿O loca por sentir su cuerpo con él dentro?

Sus pensamientos no hicieron más que excitarla, ella se había quejado de Joaquín por ser inmaduro, pero se estaba comportando como una niña pequeña, nerviosa ante su primera vez. Ni que fuese la primera vez que un hombre la tocara. 

No huiría, ¡NO! Esta vez aprovecharía la oportunidad, acercándose al cuerpo de su novio, así sería más fácil llegar hasta su corazón. Sonrió autosuficiente por haberse decidido, tenía varias opciones.

¿Por qué tantos nervios?

Alguien había tocado la puerta de su cuarto y la sacó de sus pensamientos y los nervios volvieron dejando a un lado esos dos planes… ¿Cuáles eran? ¿Por qué su mente estaba en blanco? Adiós a la conciencia. 

¿Sería él? En realidad no había invitado a nadie más. 

Abrió la puerta de su cuarto, no sin antes guardar la ropa a prisa y mal colocada, como antes estaba haciendo antes de que sus pensamientos la interrumpieran.

La puerta se hacía demasiado grande para ella… ¿Y si era él?

Sacudió la cabeza intentando librarse de esas tonterías, giró el pomo de la puerta y lentamente la abrió.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente, mientras su corazón sacudía sus paredes interiores, ansioso por salir de ese martirio. Su rostro no podía mostrar mayor sorpresa… Él.

Allí se encontraba Joaquín Cortes, con una sonrisa más que amplia, orgulloso de sí mismo, los brazos marcados por su chaqueta, mientras su pelo estaba completamente perfecto, sus ojos eran más maduros, más… apasionados.

La mirada que él le acababa de lanzar a Ana no era algo común que se pudiese imaginar de Joaquín eran ansias y lujuria. Aparentemente estaban conectados. La misma mirada que Ana le habría lanzado de no ser por la sorpresa.

𝐓𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐚 𝐭𝐢 | 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭 𝐂𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora