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Envidiarlas nunca ha sido algo que haga.
Le enseñe lo que era, lo que me gustaba.
Y lo tomo.
Y no me molesto.

Pensé que podría compartirlo con ella, pero no era lo que ella quería, mientras se escondía detrás de una máscara no tan bella.

Y no me sentí nunca tan intimidada, fue ahí cuando aprendí  a no volver a estar nunca confiada.

No me molesta que ella quiera hacer lo mismo, me molesta que quiera tomar hasta lo más íntimo.

Me incomoda que quiera robarme lo que he construido toda mi vida, que no quiera esforzarse y tome solo lo que yo ya hice.

Y corro por mi vida, contando los días, esperando que ella me despida.









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