002. Noche del once de mayo.

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En ese momento me daba igual que todas las personas existentes en aquella mini-fiesta nos estuvieran mirando, había logrado mi objetivo y eso me llenaba completa y absolutamente de satisfacción. Dios mío, cómo besaba este hombre, cómo me ponía las manos en mis caderas para aferrarme más a él, cómo me mordía el labio inferior de vez en cuando, ¡uf! Era demasiado para mí y ni hemos empezado con lo bueno. Podíamos llevar media hora besándonos y no me habría dado cuenta, qué forma de besar, era jodidamente perfecta: salvaje, con ganas de más pero tranquila y hasta con cierta ternura. Me encantaban sus labios, ni gordos ni finos, lo suficientemente normales como para morderlos y estirarlos hasta hartarme y volver a besarle. Cuando me di cuenta de que llevábamos un buen rato de pie, opté por subirme encima de él mientras nos seguíamos besando e indicarle el camino a las habitaciones. ¡Menos mal que antes de que empezara la fiesta Laura me indicó cómo llegar! Los besos se iban trasladando a medida que nos acercábamos a la habitación, cada vez se aproximaba más a mi cuello, jugó con él varias veces provocando un cúmulo de moratones dolorosos pero que me provocaban todo tipo de cosquilleos. Al fin, estábamos parados delante de la puerta, me mordió el lóbulo de la oreja y me susurró: "vas a correrte más que en todos tus polvos juntos" en ese momento se me puso la piel de gallina, abrió la puerta e inmediatamente me lanzó a la cama. Se nota perfectamente que este muchacho sí que sabe lo que está haciendo, no es su primera vez ni de coñá. Tras haberme lanzado a la cama, se puso encima mío y noté perfectamente su erección, haciendo caso omiso a esta, me intenté poner encima de él, a lo que me respondió con un: "no, hoy vas a ser mi pasiva" y escrito queda fatal, pero cuando te lo dice con su voz meliflua, áspera y excitada cambia completamente. Entonces, me tapó los ojos con una venda -jamás me habían hecho nada parecido, supongo que hay una primera vez para todo- y procedió desvestirme, me quitó el pantalón, la ropa interior -el sujetador y la camiseta estaban intactos- y se quedó quieto. Con algún material que supongo que serían cuerdas, me ató cada pie a un lado de la cama, dejándome completamente abierta de piernas, me sacó la camiseta y empezó a tocar mis tetas por debajo del sujetador, éstas eran pequeñas en comparación con sus enormes manos pero él las tocaba como si fueran un valioso tesoro. Yo no veía nada, cosa que me encantaba, la verdad, depositó varios besos en la zona del cuello donde antes me hizo un par de moratones y subió a mi boca, me besó en una perfecta sincronía, nuestras lenguas se movían a la misma velocidad, sin previo aviso, noté como uno de sus dedos amenazaba con tocar mi zona íntima, tenía la boca ocupada en la suya, por lo que mi única forma de decirle que seguiera fue curvar mi espalda, parece ser que interpretó la señal porque me ató las manos al cabecero de la cama y decidió acercarse cada ver más a mi límite. Primero, movió con un dedo mi clítoris, mientras que con la otra mano y la boca se ucupaba de mis pezones ya empinados; sin más, noté que se separó de golpe, era como si ya no estuviera allí, pero tenía la cinta en los ojos y no podía ver qué estaba pasando, efectivamente, tal y como todos imaginaréis, segundos después volvió y se dedicó a lamerme el clítoris, este chico era el amo con la lengua, podía hacer lo que fuera con ella comenzó a penetrarme con su lengua provocando que mi espalda no pudiera parar de arquearse y mis gemidos llenaran la sala, cuando estaba a punto de correrme, se fue otra vez, pero esta vez, cuando volvió, pasó a hacer el mismo proceso con su aparato reproductor, antes de que me diera cuenta, ya había entrado en mí, me corrí antes de que el terminara, así que se dedidcó a hacer estocadas cada vez más fuertes probando que me corriera por segunda vez en menos de cinco minutos y esta vez casi a la vez. Decidió acabar lo que empezó hace tiempo y volvió a penetrarme con su lengua, rodear mi clitoris y masajear la zona otra vez; yo ya no podía más, llevaba prácticamente cuatro orgasmos en menos de media hora, pero él quería más y yo no era nadie para negárselo. Una vez vió que estaba a punto de correrme, aumentó la velocidad de su lengua y haciendo que me corriera, sin darme tiempo ni para respirar, metió un dedo, y luego otro, empezó a moverlos y con la otra mano jugar con mis pezones y mi clitoris, y me corrí por decimoquinta vez. Rezaba porque se hubiera calmado un poco y no fue a hacer nada más, porque yo ya no podía más, en ese instante, me desató y me empotró contra la pared, me besó y me llenó de chupetones por todo mi cuerpo. Entonces me lanzó mi ropa y se fue, miré el reloj 03:57 de la mañana, no habíamos estado tanto tiempo la verdad, se me pasó muy rápido. He follado con más de cien tios, y ninguno ha logrado ni la mitad que este. Decidí poner rumbo a mi casa y cuando llegué me contré todas las luces apagadas, fui a comprobar que Oli estuviera sana y salva en casa y abrí mi habitación con cuidado de no despertar a mis padres. Me puse mi pijama y me tumbé en la cama con la intención de ponerme un Catarsis e irme a dormir, entonces recibí un Whatsapp y pese a que estaba un poco dormida, decidí abrirlo. Hablando de Whatsapp, ¡mierda! No le di mi número al tío de hoy. Qué inútil.
Javi Merayo: Buen polvo el de hoy
Ana👅: ¿Eh?
No me lo puedo creer. No me jodas destino, no me jodas.

Jana (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora