Los soldados se alistan, los monjes rezan, el rey ya en su trono da comienzo a la lucha con un blanco movimiento. Avanza el ejército con su pálido estandarte, el contraataque se produce en un solo turno alterando las probabilidades de victoria.
La caballería derriba todo a su paso, las torres impiden proseguir al enemigo protegiendo al rey.
El campo de batalla se oscurece por la sangre de los cuerpos sin vida que son llevados fuera del fragor de la contienda. Los cadáveres se amontonan; el ejército contrario es más propenso a ser destruido, pero el avance indebido cuesta caro.
La escaramuza parece no tener fin, ambos contrincantes se observan pensativos. Ya ambos reinos desbastados; pero el que diga "jaque mate" será el vencedor.