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Una cita.
-¿De verdad ves tanto a mí pequeña como tú hija que tu cuerpo respondió a ello?- Barcode tragó saliva como por cuarta vez, sentía su garganta muy seca.
Asintió despacio ante la pregunta del alfa, estaban ahora sentados en el comedor de la casa de Jeff, Kim jugaba en el suelo con unos juguetes.
Mientras que ellos estaban hablando de lo que les habían dicho en el hospital. Ahora Barcode era la madre, no biológica, pero seguía siendo la madre de Kim, una parte de Barcode estaba contento con eso, pero su parte racional le gritaba.
¡No había tenido ni una cita con Jeff y ya había llegado reclamando su lugar en su pequeña familia!
Si su vida fuera una película como se llamaría, ¿Madre por accidente?, Sonaba justo como le acababa de suceder.
-¿Que harías si te dijera que me mudaré a otro país y me llevaré a Kim conmigo?- el aire en sus pulmones se detuvo por completo.
Miró al alfa con algo de miedo, estaba serio y con los brazos cruzados sobre su pecho. No podía, Jeff no podía hacerle eso, era su pequeña no podía quitársela.
-¡Te lo prohibo, no puedes llevarte a Kim lejos de mí!- no supo en que momento se había levantado de su puesto, golpeando la mesa con sus manos y mostraba sus pequeños colmillos a la defensiva.
-¿Baba?- Kim dejó lo que estaba haciendo para mirar a los mayores, podía sentir el aire de molestia que tenía el castaño, daba algo de miedo verlo molesto, eso nunca sucedía.
Jeff por su parte solo sonrió, confundiendo más al pecoso.
-Tanto la quieres ¿Eh?, ¿Dónde estuviste antes?, Si te hubiera encontrado quizás mi bichito no hubiera sufrido tanto.- Barcode se sintió avergonzado, muy avergonzado, y una parte suya molesta, Jeff le había echo una prueba.
-Yo la quiero, no pienses en alejarla de mí.- había formado un laso con Kim, si los separaban ambos iban a sufrir bastante. Jeff solo le sonrió, una sonrisa tranquila y leve.
-No lo haré Barcode, y tú ya no podrás escapar de mi tampoco, no te dejaré ir.- Barcode se sonrojó ante esa declaración, supo leer entre líneas. Una mano pequeña jaló su ropa y miró hacia abajo, Kim quería subirse a su regazo.
El Omega alzó con cuidado a la pequeña, la sentó en sus piernas y ella giró rápidamente a sus pechos tocando allí, ya era su hora de comer, y desde que empezó a lactar no había tocado sus biberones.
Se alzó la camisa acomodando a la pequeña para que pudiera comer tranquila, Kim dió un ronrroneo complacido mientras succionaba su pezón con ganas.
Barcode sintió como el aroma del alfa pelinegro se volvía pesado, cargado con un poco de excitación, su boca se hizo agua al oler algo de esa manera. Alzó el rostro para ver al alfa, sus ojos celestes eran intensos sobre él, y no se despegaban de sus pechos.
